El artista Hugo Fanari ofreció una 'performance'. | Pilar Pellicer

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Dicen que lo bueno se hace esperar y con lo que ocurrió ayer noche en la Fundació Pilar i Joan Miró, no cabe duda de que es cierto. Tras meses de reformas que parecían alargarse en el tiempo, el Edificio Moneo reabrió sus puertas con una gran inauguración que reunió a cientos de personas, tanto políticos como del mundo de la cultura y vecinos curiosos, que quedaron todos maravillados al poder volver a entrar en el Espacio Estrella. El propio arquitecto Rafael Moneo, que acudió a la cita en el 30 aniversario del edificio que lleva su nombre, estuvo presente en un acto que contó con la presencia de la presidenta del Govern, Francina Armengol; el alcalde de Palma, José Hila; además de miembros de la familia Miró como Joan Punyet Miró, su nieto, que no quisieron perderse el gran acto de celebración que fue la reapertura de uno de los iconos de los referentes de la figura del genio catalán.

Así pues, tras prácticamente un año de obras de reforma y seis sin agua en las famosas piscinas de la cubierta del edificio, el Moneo volvió a abrir ayer sus puertas y recupera de esta manera todo su esplendor, mientras que el Espacio Estrella, que alberga algunas de las obras de Miró, recupera también su brillo. De hecho, Francisco Copado, director de la Fundació, lo dejó claro en su parlamento: «La estrella y el azul del mar vuelven a Miró».

Homenaje

Copado fue, de hecho, quien introdujo a las personas que dedicaran cada unas palabras que, por norma general, mantuvieron siempre el tono de felicidad, alegría, celebración y, por qué no decirlo, algo de alivio tras meses y meses de reformas. Punyet Miró, por ejemplo, reivindicó que quería «homenajear a los que no están, como Miquel Servera, primer director de la Fundació, recientemente fallecido», de quien recordó una anécdota: «A veces él hablaba con mi abuela en casa de este edificio y del sueño que era verlo completado». Por otro lado, hizo un alegato en favor de que «el arte protege el paisaje y abre fronteras», de lo cual la Miró supone un ejemplo.

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Otra de las ideas muy comentadas en los discursos fue la importancia del espacio en el legado de Miró y su valor como símbolo de Mallorca de cara al mundo. Moneo, por ejemplo, explicó que «no es un deber, sino una suerte y un lujo poder respetar este santuario», algo que la presidenta del Govern, Francina Armengol, recogió al destacar «el lujo» que es poder «estar aquí» y tener al genio catalán como «el mejor embajador internacional de Mallorca».

Tras los discursos, y con la puesta de sol cerniéndose sobre el agua de las piscinas, el bailarín y coreógrafo belga Hugo Fanari ofreció una sentida y movida pieza de danza titulada Ballant amb els estels en la cubierta del Moneo que atrajo las miradas –y las cámaras de los smartphones– hacia él. Después del estruendoso aplauso a su performance, llegaba el momento más esperado: el del reencuentro del público con el Espacio Estrella, de modo que los asistentes siguieron a Copado en una visita guiada por la renovada sala de exposiciones donde pudo disfrutarse del arte, tanto del que cuelga de las paredes como del que constituye, en sí, el propio Edificio Moneo que reabre con las exposiciones de El Miró de Son Boter y Rif Spahni. Instant i memòria, ambas indagando en la huella que Miró dejó en los espacios que conforman ahora laFundació y de los cuales Son Boter se sumará el año próximo a la lista de reformas.

Lo dicho: lo bueno se hace esperar, pero ya ha llegado. Recupera Palma, de este modo, el pulso en su labor de conservación de la enorme figura que es Joan Miró y su legado en una noche que, tras la puesta del sol, dejó ver un cielo estrellado en concordancia con la reapertura del Espacio Estrella, aquel que alberga un universo entero: el de Joan Miró.