‘El Japón en Los Ángeles’ es el título de la exposición de Amalia Avia en la capital. | Jesús García Marín

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La historiadora Lourdes Durán, como figura en el catálogo de la exposición, escribió que la pintora Amalia Avia estaba en Palma en 1993, preparaba una muestra en la Sala Pelaires y, pasando por la calle del mismo nombre, vio la fachada chocante de la tienda El Japón en Los Ángeles en la que antaño se vendía un poco de todo, desde pilas a pequeños electrodomésticos y hasta se intercambiaban discos de vinilo.

Amalia Avia (1930-2011), una de las más importantes y puntillosas pintoras del siglo pasado, tomó fotografías y sobre ellas trazó en 1995 un óleo sobre tabla de la desconchada y enxebre tienda palmesana que estos días, y hasta el próximo 15 de enero, protagoniza la gran exposición, en la Sala Alcalá 31, de esta inconfundible plasmadora de rincones desmoronados, perdidos o a punto de disolverse. Se trata de la primera gran retrospectiva de esta artista en 25 años, revisando su trabajo desde un punto de vista actual «buscando otras perspectivas a partir del uso de la fotografía en su obra», según señalan desde el centro expositivo. La exposición, comisariada por Estrella de Diego, incluye más de 110 piezas.

Avia fue una pintora con acendrada técnica, –de esa época tan prodigiosa de los cincuenta y de alumnos como Antonio López o el célebre pintor menorquín Matías Quetglas en la Academia de Bellas Artes de San Fernando–, pero ella quiso atemperar su hiperrealismo con un velo óptico (o smog) que contenía un paisaje urbano, con mensaje, letreros y persianas, que ya apuntaba a la desaparición.

La muestra puede verse hasta el 15 de enero.

La artista fotografiaba muchas veces lo que iba a pintar, si era una fachada de Madrid luego volvía sobre sus pasos y si era una fachada de Palma volvía sobre sus recuerdos, como este El Japón en Los Ángeles que es propiedad de su familia. Tiendas con nombres extraños y evocadores siempre hubo hasta los tiempos actuales que ya no tienen ni gracejo ni la ensoñación de antaño. Camilo José Cela escribió: «En Madrid hay una tienda de ultramarinos finos que se llama El Sol sale para todos [sigue existiendo, junto a la plaza de los Mostenses, pero hoy es una tienda regentada por chinos]».