Elif Batuman posa en el hotel Innside Calvià Beach de Magaluf, que acoge el Festival Literatura Expandida a Magaluf (FLEM). | Teresa Ayuga

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Con su primera novela, La idiota (Random House, 2019), Elif Batuman (Nueva York, 1977) se alzó como finalista del prestigioso Premio Pulitzer de ficción 2018. Ahora, la también periodista recupera la historia protagonizada por Selin, que ya se encuentra en su segundo año en Harvard en O lo uno o lo otro (Random House), que llegará a las librerías el jueves 6 de octubre. La autora del también reconocido ensayo Los poseídos (Seix Barral, 2011) charlará hoy con Glòria de Castro. Será a las 17.30 horas en el hotel Innside Calvià Beach, dentro del Festival Literatura Expandida a Magaluf, organizado por Rata Corner.

Lejos de intimidarla, ser finalista del Pulitzer le dio «mucha confianza; fue una gran suerte para mí». De hecho, la autora y periodista –escribe en The New Yorker– reconoce que no tenía previsto hacer una secuela de La idiota, sino que es una idea que surgió mientras se encontraba promocionándolo. «Era un momento muy político, fue cuando me declaré persona no heterosexual plena, sino queer. Durante la gira me di cuenta de que muchas preguntas sobre La idiota trataban sobre ese aspecto más político. Había una ola feminista, el movimiento Me Too y yo estaba leyendo el ensayo Heterosexualidad obligatoria de Adrienne Rich. Entonces pensé que podría ser un buen momento para pensar y hablar sobre mi pasado y mis relaciones. Así que volví a recuperar la época del primer libro, a los años 90, para ver cómo había tomado mis decisiones. Escribir la secuela de La idiota me pareció bastante radical, pero el Pulitzer me dio la libertad para hacer el que me diera la gana».

Así pues, el proceso de La idiota se dilató en el tiempo. «Escribí el primer borrador a los veinte años, pero la fui revisando hasta los 38, aproximadamente. La secuela la escribí ya con los 40 cumplidos», aclara la autora. En este sentido, afirma que «el hecho de volver a mi voz veinteañera me permite no tener que sacar conclusiones, sencillamente cuentas lo que ves».

Sobre si Selin continúa siendo idiota o no en esta segunda parte, Batuman recalca que «es una idiota en el sentido de que no termina de entender cómo funciona el mundo, todavía está aprendiendo. La palabra 'idiota' tiene una connotación negativa, pero porque asumimos que lo que existe es correcto y está bien. Yo no estoy muy de acuerdo con eso y lo cuestiono. El libro está lleno de personas que tiene diferentes niveles de confort que cuestionan las normas y Selin, en este sentido, está un poco por encima. ¿Quién es el idiota? Para mí es una pregunta abierta».

Vida

La cita que abre la nueva novela pertenece precisamente a la célebre obra del filósofo danés Søren Kierkegaard del mismo título, O lo uno o lo otro. En este epígrafe, el pensador lamenta que se escriban libros que «confunden a la gente acerca de la vida y hacen que se aburran de ella antes de empezar a vivirla, en lugar de enseñarles a vivir». «Lo que me gusta de esta cita es que expresa la frustración de que los libros no siempre explican cómo deberíamos vivir. Este tampoco es un libro de instrucciones, pero la protagonista sí busca esas pautas. Aunque no las encuentre, el poder formular las preguntas ya es interesante porque muchas veces ni se plantean. Llega un punto de su vida en el que se cuestiona acerca de si ha llegado el momento de tener hijos y ganar dinero para mantenerlos o hay otras posibilidades. Y si hay otras posibilidades, ¿por qué nadie habla de ellas?», señala.

Rusia

Además de estas dos ficciones, Batuman es conocida por su ensayo sobre literatura rusa, Los poseídos, finalista del National Book Critics Circle Award. Por ello, no es de extrañar que la escritora se interese por la guerra de Rusia y Ucrania. De hecho, avanza que está trabajando en un artículo sobre este tema tan «complicado». «La primera vez que viajé a Ucrania fue en 2019. Hasta que llegué allí no fui consciente de cómo funcionaba la propaganda rusa. En realidad tampoco era demasiado consciente de que había dos lenguas diferentes; pensé que si entendía ruso podría entender también el ucraniano y no fue así. En ese momento había escrito Los poseídos y La idiota y la gente me comentó lo que pensaba de Dostoievski. Me dijeron que no querían hablar de él porque la retórica de su obra era similar al de las fake news, es decir, que justificaban la ocupación de Crimea o la guerra de Donbás», recuerda.

«Pensé que tal vez los ucranianos decían eso porque estaban en guerra y, por tanto, no eran objetivos. Pero, ¿qué significa ser objetivo? ¿Lo era yo? Además, yo también estaba cuestionando las novelas rusas desde el ángulo de la heterosexualidad obligada. Me di cuenta de que la heterosexualidad se daba por hecho y, aunque ni Dostoievski ni Tolstoi estaban a favor de la opresión de la mujer, de alguna forma sí la perpetuaban en sus obras. Luego, desde este punto de vista, Dostoievski sí está vinculado con la guerra», razona Batuman.