Ricard Chiang y Biel Perelló, en la Galería Marimón de Palma. | Teresa Ayuga

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Después de dos grandes crisis, la de 2008 y la que parece que casi ha terminado, la del coronavirus, Ricard Chiang asegura que le apetece divertirse. Justamente diversión no es lo primero que viene a la cabeza a quien visite Terrores ancestrales, muestra que inaugura este jueves, a las 18.30 horas, en la Galería Marimón de Palma, dentro de la Nit de l’Art. Pero al Chiang no le interesa si el espectador puede sentirse incómodo frente a su obra, pues asegura que concibe su arte desde el «egoísmo puro». «Cuando estoy en mi taller estoy yo solo; el mundo no existe para mí. En la galería, en cambio, los invitados son lo primero», afirma.

Asimismo, se define como un «artista anticonceptual». «Me gusta que sea puro y no diga nada. El arte no tiene que servir para nada, esa es su esencia», sostiene. Sin embargo, reconoce que es muy difícil conseguirlo y las obras que componen esta muestra «sí dicen algunas cosas». Como el propio título indica, se trata de una colección de piezas que abordan los terrores y miedos que han atemorizado a la humanidad, pero también al propio Chiang.

Miedos

«Siempre me han interesado los miedos, preguntarme de dónde vienen», admite. Por ejemplo, el juego del escondite, al que le dedica un cuadro, «es un juego divertido, pero también da mucho miedo, ya que ha servido para sobrevivir a las guerras, a los ataques de animales o a las invasiones de pueblos vecinos». Sobre otras piezas, El monstruo de debajo de la cama y El monstruo del armario, Chiang detalla que «antiguamente vivíamos en árboles y era de abajo que venían los monstruos. Sin embargo, las hembras de los babuinos, muy similares a nosotros, duermen en las ramas y los machos en la base de los troncos. Por eso las niñas tienen más miedo al monstruo de debajo de la cama y los niños, al armario, pues está enfrente».

El perro también puede ser una figura terrorífica según el autor, pues «en otros tiempos eran nuestra competencia, cuando eran lobos». «Si el dueño no tiene conocimiento puede sacar instintos de lobo», señala. Terrores ancestrales se nutre también una serie de catorce piezas de pequeño formato sobre policarbonato titulada Pesadillas negras, protagonizadas por «monstruos imaginarios». Finalmente, la propuesta culmina con una serie de Sardinas zombis, unas piezas de resina de poliéster con sardinas que Chiang se comió, pintó y encapsuló. «No me gusta matar animales por placer, solo lo hago para comer y para defenderme», confiesa el artista, quien a su vez insiste en que solo tiene miedo a los «bichos marinos», a los que también dedica un cuadro.

Única

Biel Perelló, director de la Marimón, celebra que «con esta exposición única y exclusiva afianzamos la relación mítica con Chiang, con la que subimos de nivel exponencialmente». Y es que, como destaca Perelló, hacía cerca de diez años que Chiang no exponía en una galería privada de Palma y una de sus últimas muestras más exitosas fue precisamente la que realizó en la Marimón de Can Picafort en 2018.