Miquel Ferrer, en la azotea del hotel Innside Calvià Beach.    | M. À. Cañellas

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Magaluf, otoño de 2022, Chuck Palahniuk pasea por las calles entre hoteles y algún turista de esos que vienen a ‘desestacionalizarnos’, y piensa qué podría hacer en ese lugar Tyler Durden, antisistema personaje de su obra El club de la lucha. Si esta pequeña ficción puede hacerse realidad es gracias al Festival Literatura Expandida a Magaluf, un evento que llega a su segunda edición este año tras lograr un gran éxito en 2021. A Palahniuk se le unirán otros nombres como Elif Batuman o Caitlin Moran, y así hasta 30 nombres propios gracias al empeño e impulso de Rata Corner y de MiquelFerrer, director del festival, quien explica que saben «que es difícil llegar al nivel de la primera edición, hay mucha presión, pero estamos muy contentos con el resultado».

Para Ferrer, la idea del festival no es más que la consecuencia lógica de un impulso obvio: «Desde el principio hemos querido que Rata Corner fuera algo más que una librería». De ahí, la incesante agenda con la que el establecimiento suele poblar las tardes de Palma, pero con la salvedad de que «es difícil conseguir que algún artista llegue a la librería en una gira nacional», por lo que el FLEM es un aliciente mayor.

Informal

«Queremos que los artistas no vengan solo un día a dar una charla, sino que estén el máximo tiempo posible en un ambiente informal y aunque crezcamos, mantenemos el aspecto cercano», detalla. Por otro lado, reconoce que no ha sido fácil «traer a nombres internacionales, pero finalmente no solo vendrán sino que en el caso de Batuman, hablamos con la editorial para que adelantaran unos meses la publicación de su nuevo libro y que coincida en fechas». También menciona el caso de la británica Caitlin Moran, cuyo carácter «mordaz dará uno de los momentos del festival sin duda».

Sobre la alianza con Melià y el Ajuntament de Calvià, para el director del festival está claro que «sin ellos no podríamos hacer esto». «Necesitamos un espacio que nos acoja y buscamos marcas de primer nivel que apoyen la cultura, que es algo superpositivo». Además, también menciona la «oportunidad» que surgió en mayo para llevar a cabo un acto especial en Nueva York, «que nos permitió hacer de embajadores de la cultura balear fuera de nuestras fronteras», por lo que «es una relación muy buena», concluye. Sobre las diferencias con el año pasado, es obvio que mantener la misma línea es bueno: «Hemos reforzado cosas como redoblar la presencia local, pero en general es un poco lo mismo, manteniendo el carácter heterogéneo».

A su vez, la idea de transformar Magaluf sigue presente: «Nosotros también vinimos con prejuicios, pero buscábamos espacios no convencionales y vimos que en Magaluf hay mucho más que los titulares que se centran en 100 metros. Si podemos redescubrirlo para los mallorquines, ¿por qué no hacerlo?». Por último, para el director del FLEM es obvio que el festival es capaz de aportar algo más, ese toque que lo diferencia de los otros muchos acontecimientos que ha habido este año, por su «carácter fresco e innovador al ser un festival de literatura, pero que mezcla de todo». En su opinión, «Mallorca se había quedado huérfana de citas literarias importantes y vamos en el camino de que sea un festival de referencia. Si hemos conseguido que vengan a tocar músicos de todo el mundo, o que rueden aquí series de todas partes, ¿por qué no traer escritores también?», se pregunta para concluir.