El cantante, compositor y actor madrileño Coque Malla toca en Calvià. | Thomas Canet

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Coque Malla (Madrid, 1969) es miembro de un club selecto: es de los pocos artistas nominados a un Goya en categorías de interpretación (por Todo es mentira) y composición musical (por su canción Este es el momento de la película Campeones que logró). Muestra de que algunos nacen bendecidos por esas musas que obligan a crear a toda costa. Esta noche, Malla repasa sus grandes éxitos, además de alguna joya escondida, con El astronauta gigante a las 22.00 horas como partícipe del Mallorca Live Summer.

¿Cómo está recibiendo el público ‘El astronauta gigante’?
—Increíblemente. Es la primera gira tras la pandemia sin restricciones ni mascarillas o audios horribles que decían a la gente qué hacer y qué no. Eso en el escenario uno lo siente de manera brutal y notamos que la energía ha vuelto. La sensación de liberación es casi inconsciente.

Al escribir un tema, ¿es mejor pensar en positivo o negativo?
—Yo no hago ese ejercicio previo de ponerme en un estado mental, sino que me dejo llevar y me pierdo por un bosque hasta que aparece un lugar y me doy cuenta de que es lo que buscaba. Hago escritura automática hasta que aparece algo que me inquieta y a partir de ahí construyo frases en esa dirección.

Si ese es el inicio, ¿sabe cuándo una canción está terminada?
—Eso es muy difícil. Por suerte, la estructura musical te pone un límite, porque en el pop o el rock, que es lo que yo hago, hay unas fronteras que me gustaría poder saltarme a veces, pero también me dan una base.

Su primera canción, Es verano, es de 1988, ¿cuánto ha cambiado esta estación desde entonces?
—Afortunadamente mucho porque esa canción iba sobre los tediosos y terroríficos veranos madrileños en los que no había nada que hacer. Desde que me dedico a esto, por suerte, lo que hago es tocar e ir a la playa con mi familia. Esa combinación de estar de vacaciones y escaparme a tocar es pura vida.

Si en los 80/90 se cantaba de lo que no se había tenido, como la libertad, ¿de qué cree que se debe cantar ahora?
—Nunca he pensado que se deba cantar de algo. Patti Smith decía que la voz del artista, si quiere ser reivindicativa, que lo sea, pero lo que debe hacer, sobre todo, es su trabajo; hacer arte. Y el arte no tiene necesariamente que ser político o social, pero sí ser emoción y fantasía.

¿Qué le hizo elegir la música?
—Yo iba para actor, como es lógico cuando tus padres son actores y tienes algo tan atractivo como el teatro en casa, pero por pura intuición mis manos fueron hacia una guitarra y mis ojos, en cuanto la vieron por primera vez, se sintieron fascinados incluso físicamente por ella. Su tacto, su olor, el coraje de tocarla y que sonaran acordes. Ya no hubo marcha atrás. Influyó mucho mi hermano Miguel, que quería ser músico y se gastó su primer sueldo en discos de los Beatles, losStones, Bowie, y yo me quedaba horas mirando sus portadas.No he dejado tan de lado la actuación, pero sé que no hubiera sido tan feliz en platós como lo soy en los escenarios con una guitarra.

En entrevistas ha dicho que intenta conectar con la música urbana, ¿cómo va el experimento?
—Pues lo intento (risas). Hay que hacer un esfuerzo. Es como ir a otro país y aprender el idioma por educación y civismo. Me pasa lo mismo con esto y creo que Rosalía es el camino porque hay mucha musicalidad en lo que hace. Pero en cualquier caso no hay que rechazar todo el género, que me parece de lo más reaccionario. Es lo que hacían nuestros abuelos con el rock y si lo hacemos nos podemos perder muchísimo arte e inspiración.