El cantante colombiano Camilo, anoche en acción en Son Fusteret. | Pere Bota

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Sus letras no abordan el sexo, al menos desde la perspectiva ofensiva e irreverente de otros artistas. Tampoco lleva un ridículo chándal Gucci ni medio kilo de joyas encima. Camilo es la antítesis de Bad Bunny, Maluma y Daddy Yankee, con ese aire hippy rematado con un bigote daliniano y su talante risueño. Y es que el colombiano se mueve lejos de la polémica y, con todo, se ha hecho un hueco en la nutrida comunidad de la música urbana latina. Gusta a todos, jóvenes y maduros, más de veinte millones de seguidores en Tik Tok lo confirman. La noche de este martes, el cielo del recinto Trui Son Fusteret (Palma) se encendió con la luz de los móviles cuando Camilo tomó el escenario con la determinación de quien se debe a una multitud. Atrajo a cerca de 8.000 almas a su fiesta.

Su pelotazo Kesi abrió la velada y desató la locura entre el público, en su mayoría femenino –entre ellas la influencer Tamara Falcó, admiradora del cantante– y también muchos niños y niñas, fans de este artista capaz de llenarlo todo de color, optimismo y alegría. La noche siguió con las canciones Ropa cara, Favorito y Pesadilla. Su voz no suena tan maquillada por el autotune como la de otros compañeros. Camilo no abusa de este efecto que confiere un extraño tono nasal, como de tómbola, a quien lo utiliza con desmesura. Llega el colombiano inmerso en la gira De Adentro pa Afuera, en la que toca los temas de su último disco, Mis manos, y avanza también pinceladas de su próximo LP, que se edita en septiembre. Canciones cargadas de magnetismo, rematadas con su peculiar sello interpretativo.

Latino

Pop, balada, cumbia y otros sonidos escorados hacia lo latino marcan su potente cancionero, minado de éxitos como Índigo, Millones o Vida de rico. A sus 28 años, Camilo ya cuenta con un puñado de clásicos que la audiencia canta hasta desgañitarse. El poder de la música latina está aquí.