Pilar Parets y Eugenia Moreno firman esta novela.    Foto: PERE BOTA | Pere Bota

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Una tienda de ropa bien podría considerarse una jungla, con depredadores que luchan por una misma prenda –y no digamos ya en periodo de rebajas–, con dependientas, casi siempre mal pagadas, que hacen lo que pueden para sobrevivir. Y los probadores, con esos espejos que parecen resaltar todas las imperfecciones, constituyen la zona maldita. Ese es el ambiente que se retrata en Un probador llamado deseo (Ediciones B), la novela a cuatro manos de las mallorquinas Eugenia Moreno y Pilar Parets que llega hoy a las librerías. La presentarán mañana, a las 19.00 horas, en La librera del Savoy de Palma.

La idea surgió a raíz de la propia experiencia de Moreno, quien trabajó durante 13 años en diferentes tiendas de Inditex en el Born. «De eso hace ya 17 años pero todavía no he cortado el cordón umbilical», asegura Moreno, que actualmente trabaja como responsable de imagen de IB3. «Desde la COVID, notaba que todo estaba de un color gris marengo. La gente está triste, agresiva. Y un día, volviendo a casa en coche, me vino a la cabeza una historia divertidísima sobre una dependienta. Pero yo sola no podía hacerlo,    así que pensé en Pilar. Creo que las dos    sabemos reírnos de lo que nos pasa», cuenta Moreno. Su historia había conquistado a fuerza de carcajadas tanto a Parets como a la editora del sello Ediciones B (Penguin Random House). Construyeron el argumento y sus personajes juntas, a base de encuentros mensuales. «La trama se aleja bastante a lo que yo había hecho anteriormente, pero Eugenia es una hechicera y a esta historia le tenía que decir que sí», declara Parets, autora de la colección de relatos La vida en las fisuras y de la novela El nido, ambas autopublicadas.

Argumento

Jimena es una «dependienta setecientoseurista» que, a diferencia de sus compañeras, no concibe su trabajo como una «estación de paso». Y trabajar en probador no es, ni mucho menos, la peor de las pesadillas. «El uniforme es su disfraz y el probador es su templo, pues vive amargada en su casa», detallan. «Jimena es, como la gran mayoría de empleadas, alguien invisible, que pasa desapercibida. A pesar de llevar veinte años trabajando allí, un día se da cuenta de que hay un probador cuya puerta siempre está cerrada», desvelan. «Y ahí descubre lo que le salvará de la ruina, lo que le ayudará a salir adelante. Ella se convierta en Afrodita, que hará gozar a sus clientas con sus amantes o parejas. Y, como todo negocio clandestino, tiene un precio», añaden.

«Allí entra cualquier tipo de persona. En la realidad no todos los encuentros o relaciones sexuales son placenteras para ambas personas. A veces hay incomodidades, frustraciones. Y una también puede hacer el amor cosigo misma. Todo esto también guarda mucha relación con la autoestima», aclaran. «No somos tan pretenciosas como para querer cambiar la vida a nadie, pero sí que podemos asegurar que la lectora o el lector se lo pasará muy bien. Todas somos un poco Jimena, estamos insatisfechas con algunos aspectos de nuestra vida. Y un día ella descubre que no puede disfrazar la realidad y la mira muy de frente. Es también un cuento en el que se encuentra con aliados y contrincantes, con compañeras buenas y malas. Porque hay sororidad de boquillas, pero también de puñales. Es una novela es muy color coral, con banda sonora de Raffaella Carrá y con alguna canción también de Rocío Jurado», sintetizan.