La cineasta alemana Henrika Kull en Palma para este periódico.  | Pere Bota

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Tras su paso por festivales en Nueva York, Berlín o Praga, la cineasta Henrika Kull (Alemania, 1984) se encuentra en Mallorca como una de las invitadas internacionales de la quinta edición de la Mostra Out! de Cinema LGTBIQ+ de les Illes Balears con su premiado filme Glück (Bliss). En el que es su segundo largometraje, la directora germana aborda temas que están generando debate en los últimos: la identidad, la autodeterminación y el empoderamiento femenino a través de un romance entre dos mujeres en un burdel. La proyección de la cinta, protagonizada por Katharina Behrens y Adam Hoya, tendrá lugar esta noche, a las 20.00 horas, en las salas CineCiutat de Palma.

Tras dos años de pandemia, ¿cómo es volver al circuito de festivales de manera presencial?

—Es increíble. Hemos pasado momentos complicados y fue muy triste porque tenía que presentar esta película en la sección Panorama de la Berlinale, que es algo muy gordo, y no pude ser. Aún así, el pasado verano cuando bajaron los casos se proyecto en la Berlinale Summer Open Air y fue muy bonito. Era al aire libre, había mucha gente y desde entonces he viajado a otros festivales más pequeños durante los meses previos a la Ómicron. Fue a lugares donde nunca esperé ir con mi cine, como Nueva York o Praga, donde lo mejor fue poder hablar con el público sobre los temas que abordo en la película. Sé que no es una obra maestra, pero me gusta charlar con el público.

Qué respuesta tuvo del público?

—He recibido mensajes de todo el mundo. Muchas personas me dicen que les ha encantado y que la película significa mucho para ellas, sobre todo mujeres trabajadoras sexuales. Me dicen que lo trato con otro punto de vista, más feminista. Lo importante es que la gente reaccione y se hable de ello. Evidentemente no tuve la misma respuesta en Nueva York, que es ‘Nueva York’, que en Polonia, donde son muy católicos y los trabajos sexuales no están tan bien visto.

Las protagonistas del filme son trabajadoras sexuales. ¿Cuál es su perspectiva al respecto?

—No es que el trabajo sexual sea maravilloso, pero es positivo que en este mundo patriarcal y capitalista las mujeres puedan ganar dinero por algo por lo que normalmente no son recompensadas. Esto me sirve como herramienta para mostrar que hay una gran diferencia entre hacer el amor y tener sexo por dinero. El sexo es una performance para las trabajadoras sexuales, como hacemos todos en el día a día.

De hecho, la trama transcurre en un burdel.

—Se tiene la idea de que los burdeles son lugares oscuros y agresivos, y son exactamente igual de oscuros y agresivos que la vida fuera del burdel. En Alemania son legales y yo misma trabajé de camarera en uno. Las cosas están cambiando, las reglas están cambiando y es un lugar donde mandan las mujeres. Los hombres llegan, pagan y se van, no hay nada gratuito y todo es negociable. La hostilidad es una normalidad para nosotras en el mundo patriarcal en el que vivimos y cuando sales del burdel es cuando llega toda esa hostilidad.

El Gobierno de España tiene la intención de abolir la prostitución.

—La palabra prostitución lleva una connotación de que están forzadas, yo prefiero llamarlas trabajadoras sexuales. Sería estúpido prohibirlo porque se volverá a la oscuridad, la gente lo hará de manera ilegal, sería un paso atrás para las mujeres, perderían derechos. Mientras vivamos en un mundo patriarcal siempre habrá trabajadoras sexuales. Los burdeles reflejan todo lo que ocurre en la sociedad, tanto lo positivo como lo negativo.

¿Qué es lo negativo para usted?

—Cómo los hombres blancos heterosexuales no aprecian los privilegios que tienen. Si hablas de lenguaje inclusivo la gente se ofende, no se dan cuenta de los privilegios que tienen, pero tampoco los quieren perder.

¿En qué proyectos está trabajando ahora?

—Pues ahora estoy trabajando en dos películas. La primera habla sobre la identidad y está ambientada en Israel, y la segunda es una historia de amor de ciencia ficción.

¿Es su primera vez en Mallorca?

—He estado en España pero nunca había visitado Mallorca. Es un lugar increíble y muy bonito. Eso sí, he intentado evitar zonas como s’Arenal.