Miquel Llull posó para esta entrevista en Palma | Teresa Ayuga

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Han tenido que pasar más de 80 años, pero la obra magna en poesía de Federico García Lorca por fin podrá leerse en catalán. Y todo ello gracias al empeño y al trabajo de Miquel Llull quien, con la inestimable ayuda de Pere Joan i Tous, se puso manos a la obra con una empresa titánica: la aparición en el mercado editorial en catalán de Poeta a Nova York, la que es «la mejor obra», en opinión del traductor, que realizó jamás el genio granadino. Se trata, además, de un hito sorprendente, al ser el catalán y el castellano lenguas tan próximas, pero casi un siglo después se puede rellenar este vacío en la oferta editorial de habla catalana con una obra que presentará hoy, a las 19.00 horas, en Casa del Libro (Palma). Llull estará acompañado por Pere Joan    Tous y se celebrará un recital a cargo de Biel Bisquerra.

Miquel, cuyo amor por la literatura nació temprano y que le ha llevado a ser bibliotecario actualmente, relata que «toda mi vida me ha gustado hacer versiones de poemas que me hubiera gustado escribir a mí, pero no por copiarlos, sino como ejercicio personal». Así fue cómo, entre los años 2006 y 2009, mientras emitía el programa de radio La biblioteca del Golea, Miquel se arrancó con unos cuantos poemas lorquianos traducidos, pero eso fue todo de momento y no fue a más.

No obstante, algo había sucedido: «Me di cuenta de que me sentí muy bien haciendo eso». Sin embargo, «tenía muchas dudas porque una cosa es hacer cuatro poemas para la radio y otra muy distinta es todo un libro de Lorca. De hecho, me sigue impresionando», confiesa el mallorquín. Sea como fuere, y un poco empujado por amigos, se lanzó a la piscina y durante el confinamiento, con la ayuda del investigador de la Universidad de Kostanz Pere Joan i Tous, pulieron los detalles y corrigieron las traducciones hasta que el resultado es la obra que edita Documenta Balear y que es, aunque sea sorprendente, la primera versión catalana del clásico de Lorca.

Y hablamos de tarea ardua porque Poeta a Nova York es un libro difícil de traducir. «Es cierto que al ser surrealista tiene una serie de imágenes que si no comprendes en su totalidad, puedes errar a la hora de traducir», detalla Miquel que, además, no duda de que «seguro que tiene fallos, pero al menos hemos intentado hacerlo lo mejor posible».

En favor de Miquel jugó que su primera lectura, cuando contaba la veintena de años, fuera la edición de Lumen «en la que se incluían las conferencias de Lorca explicando los poemas, de manera que para mí siempre han ido unidas una cosa y la otra». Esa edición, además, fue solo un ejemplo de la tortuosa vida editorial de la obra original, historia que Miquel desconocía y aprendió durante su trabajo de traducción.

Periplo

Según indica, antes de que asesinaran a Lorca en el 36, él entregó la versión definitiva a José Bergamín, quien tras exiliarse en México logró publicar una versión en inglés en Nueva York, bajo el sello Norton, y otra en castellano en México, bajo Séneca, dándose la curiosa circunstancia de que «la inglesa salió antes y, de hecho, fue más fiel a lo que Lorca había previsto».

Otro tema sorprendente es que la traducción al catalán llegue tan tarde. Por un lado, es cierto que al ser el castellano y el catalán lenguas tan próximas, cabría entender que un lector catalanoparlante leyera directamente en español a Lorca y, de hecho, Miquel anima «a leer en la lengua original», no obstante «la literatura catalana ha tenido vacíos por circunstancias culturales o políticas y es importante ir llenando estos vacíos», opina el bibliotecario.

Más allá del interés que despierte la obra, que no será menor, ya ha servido para algo muy concreto y personal. «Lorca es un autor que me ha acompañado siempre y, sin desmerecer al resto de su obra, Poeta en Nueva York es el mejor libro, que ha sido muy importante para mí. Siempre había decidido de alguna manera hacer versiones, pero no había encontrado el momento o el ímpetu, y ahora por fin lo he podido hacer y durante ese tiempo me he metido en la piel de Lorca definitivamente y ha sido una experiencia increíble de la que no me arrepiento», concluye Llull.