Arriba, el elenco de ‘Tenim un do’.

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Manel I. Serrano (Son Servera, 1977) asegura que «la cultura salva la vida a cualquiera y este es su valor inmaterial, el que realmente tendríamos que valorar». Con este lema como filosofía de vida, el dramaturgo desempeña su función, desde hace año y medio, como director de Estepa Teatre, compañía que forma parte de la asociación a favor de la salud mental Estel de Llevant. Para este grupo, que conforman 15 actores entre usuarios, familiares y voluntarios, ha escrito la pieza Tenim un do. El montaje, que estrenarán el 12 de junio en el Altre Festival Internacional Arts Escèniques Salut Mental, en el recinto Fabra i Coats de Barcelona. En junio, el dramaturgo formará parte del cartel de un festival de teatro breve en la Ciudad Condal.   

El título de la obra ya refleja también su espíritu y esencia. «Me he inspirado en ellos, en sus historias. Creo que todos ellos tienen un don», apunta. En esta obra, cuenta, «un grupo de personas somiatruites deciden dimitir de la sociedad, escapar del mundo y fundar una nueva matria, en oposición a la patria. De esta manera, ocupan una oficina de correos abandonada y se dedican a lo que realmente saben hacer: ayudar a la gente». En esta propuesta también participan las cantadores Benvinduga Parera y Margalida Fullana, quienes «se saben de memoria todas las tonades de la pagesia; son dos grandes bibliotecas vivientes de la cultura popular mallorquina».

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El autor Manel I. Serrano Servera, en Palma. Foto: JAVIER RODRÍGUEZ

Por otra parte, Serrano realizará en los próximos meses dos residencias teatrales en Palma. La primera, que se titulará Club Olimpo, se desarrollará en el Teatre Sans del 19 al 30 de septiembre y la segunda, el 8 y 9 de octubre en el Teatre del Mar. Para el Sans, cuya residencia solicitó con su compañía Teatre Sense Concessions, trabaja en una obra de ficción basada en hechos reales. «Leí un reportaje en el que se relataba la experiencia de cuatro prostitutas atrapadas en un prostíbulo de carretera por culpa del confinamiento. Una de ellas se aferró a la literatura, como el náufrago que interpreta Tom Hanks se agarra a la pelota, y escribía un diario contando todo aquello para que la gente lo supiera, incluso sugirió la idea de publicar un libro. Cogí su testigo y he hecho esta obra de teatro», detalla.

En cuanto a la residencia del Teatre del Mar, la pieza se titulará Overland en alusión al cartel que aparecía en la diligencia de la película de John Ford y que tiene un «significado onírico». Los westerns forman parte del imaginario infantil de Serrano, algo que enlaza con el hecho de no haber tenido «un abuelo como referente». «Todos mis amigos tenían a sus abuelos, con quienes jugaban o acompañaban a fora vila, pero yo no, así que me sentía un poco huérfano en ese sentido. Tuve la suerte de contar con Tomeu y Bàrbara, que me trataron como a un nieto. Él, Tomeu, me llevaba en su Mobylette al campo. Me enseñó cosas muy importantes acerca de la vida, como a cuidar la naturaleza y valorar la cultura.Le gustaba mucho leer, él me descubrió a Delibes y era también un músico frustrado. Era una bellísima persona y murió hace poco. Viví una infancia preciosa y extraña junto a ellos», cuenta.

Así, la historia trata sobre la soledad de las personas, concretamente la que sufren los mayores pero también los jóvenes y adolescentes. «Quiero enseñar estas dos desconexiones de la sociedad desde el punto de vista de un anciano que lo ha perdido todo y que está desprotegido y desde la perspectiva de una joven que no sabe qué camino tomará su vida», afirma. Estos dos personajes, «desarraigados de la vida» se encuentran en un espacio cotidiano en el que, a veces, no queda más remedio que interactuar como es la parada del autobús. «A raíz de estos encuentros surge una amistad pura que hace que se redescubran el uno a otro. Entonces sucede la magia y se dan cuenta de que, en realidad, son abuelo y nieta. Están inmersos en una cápsula de tiempo imposible», desvela.

«Esto provoca que el abuelo sienta la emoción de la vida y que la viva como una aventura, que es lo que les falta a nuestros abuelos. Él piensa que, a lo mejor, si consiguen llegar a Overland, a ese fora vila donde vivieron los mejores años de su vida, a esa Mallorca preturística, podrían vivir para siempre, pues saben que uno de los dos es un fantasma», revela. El resultado de este proyecto podrá verse en octubre en el Teatre del Mar.