Miquel Rayó posa en Palma para esta entrevista.  | miquel a. canellas

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El escritor Miquel Rayó (Palma, 1952) confiesa que no le gusta demasiado salir de casa, pero acaba de publicar el libro Memòria de camins (NovaEditorial Moll), que rehúye del sedentarismo. «No soy muy sociable, no me entusiasma salir a tomar algo. Ahora bien, me encanta salir a pasear por la montaña», aclara. El volumen es el fruto de años de paseos que van desde Ciutat y la Serra de Tramuntana hasta otros derroteros más lejanos, como Escocia, los Alpes o Japón, además de una larga lista de lecturas que comparte con el lector.

Insiste en que se trata de un volumen modesto.
—Tomeu Canyelles, de Nova Editorial Moll, me propuso publicarlo en la colección Les Illes d’Or, lo que me pareció perfecto porque surgió en los años 30 como una colección económica, de poco coste tanto para la editorial como para el comprador. Es, por lo tanto, una edición modesta, pero es que también lo es su contenido. En el libro no cuento grandes hazañas, no he escalado el Everest ni lo voy a hacer nunca. Quiere ser una invitación a hacer las mismas lecturas que yo he hecho y a recorrer caminos, sean los mismos u otros. Eso dependerá de cada persona, de sus gustos, sus posibilidades, sus ganas e ilusión.

En la introducción indica un lapso de tiempo que comprende más de diez años, de 2010 a 2022.
—Sí, es un trabajo largo. El origen está en mi interés y mi práctica excursionista; en muchas caminatas pero también en la teoría. Nació a raíz de todas aquellas publicaciones, asociaciones y movimientos ciudadanos que reivindican el caminar, su historia y su cultura, que es más rica de lo que pensamos. Durante una temporada, al leer libros sobre montañismo y expediciones, se me ocurrió la idea de hacer un libro sobre el tema. Escribí un texto muy extenso, de unas trescientas páginas, con capítulos más teóricos y otros más personales. Al final había unas quinientas notas al pie de página. Me di cuenta de que no aportaba nada, pero sí que resultaban interesantes los apartados en los que hablaba de mi experiencia. Los recopilé y reescribí, que es lo que hay en este libro.

Cita los siguientes versos de Ponç Pons: «M’han vist caminant pel bosc. / –Vostè, que també cerca esclata-sangs? /–No, jo cerc versos». ¿Es también su caso?
—No lo sé, puede que sí. Aunque probablemente lo que busco fundamentalmente es sosiego y lo que me encuentro en los caminos es calma, respiración. Estar contigo mismo, en contacto con lo natural, sentir las sensaciones más primarias: sed, cansancio o que te duele una ampolla en un pie. Muchos teóricos equiparan caminar a escribir. Ciertamente creo que escribir es hacer camino, pues cuando empiezas la escritura nunca sabes si la terminarás o qué desviaciones tomarás.

¿Se han perdido esas sensaciones?
—Más que perdido creo que se han como adormecido. Creo que ahora creo que hay un esfuerzo por recuperarlas.

Parece que la gran revolución es volver a algunos valores de antaño.
—La especie humana ha evolucionado durante millones de años, pero tiene unas limitaciones.No podemos tener dos mil amigos por internet; en nuestro cerebro no caben. Tenemos una dimensión, un entorno físico y no damos más abasto para más. Necesitamos espacios físicos y también íntimos de tranquilidad, de naturaleza. No tiene que estar todo controlado por las obligaciones y las prisas.

En el libro también hay recuerdos de infancia, paseos por La Riba de Palma, pero también crítica. «Vivimos en una tierra donde los gobiernos saben cómo hacer rápidamente autopistas, grandes hospitales y velódromos desproporcionados y, en cambio, no saben hacer un modesto GR para senderistas», lamenta.
—Fui miembro fundador de Tramuntana XXI, una experiencia de la que he aprendido mucho. Caminos que antes no recorría nadie ahora tienen treinta mil citas por internet. Hay caminos que se pierden porque nadie los camina, se desvanecen. Pero de la misma forma, hay caminos que, de tanto haber sido caminados, pierden los valores, como el silencio y la tranquilidad. Mueren de éxito.

Insiste en que «no somos atletas, sino senderistas, excursionistas, caminantes».
—No quiero caer en la tentación de recorrer kilómetros por recorrer. Tampoco lo veo como una superación personal. ¿Para qué? Hay muchas expresiones relacionadas con caminar. El ser humano es un ser hecho de caminos. Caminamos para ver a nuestros seres queridos, para ir a comprar el pan o para recoger a nuestros nietos del colegio. La capacidad de movilidad, de movernos, es la que nos ha permitido conquistar el espacio, en la Tierra y fuera de ella. Necesitamos salir de nuestro ámbito normal.

¿Tiene en marcha otros proyectos literarios?
—Tengo muchísimos originales de hace tiempo y ahora estoy escribiendo un poemario. Tendré que ver qué posibilidades de edición puede haber. Cuando escribimos nos pensamos que somos los reyes del mundo, pero, en realidad, no somos tan buenos.