Caterina Valriu, catedrática de Filologia Catalana en la UIB. | M. RAMÍREZ

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Cuando tenía 18 años y hacía las prácticas de maestra, Caterina Valriu (Inca, 1960) ya contaba rondalles a los alumnos de la escuela. Su primer destino fue Petra, con 21 años, y allí se ganó el sobrenombre de «Catalina de ses rondalles» porque, si se portaban bien en clase, los últimos diez minutos los dedicaba a eso. Más adelante, en 1987, nacía ya su conocido alter ego, Catalina Contacontes. Su interés por la tradición oral y la literatura popular no ha decaído a pesar de los años y su último trabajo de investigación le ha valido el Premi de Creació Literària de Assaig con Les rondalles que l’Arxiduc no va publicar (GalésEdicions). Lo presentará este miércoles, a las 19.00 horas, en Quars Llibres junto a Maria de la Pau Janer, colaboradora de este diario.

Como la propia Valriu reconoce, «la recopilación de Alcover es tan inmensa y bonita, está escrita de una manera tan especial, que ha eclipsado cualquier otra obra similar. Así, al hablar de rondalles mallorquinas, enseguida nos vienen a la cabeza Alcover. Este aplec del Arxiduc, publicado un año antes, en 1895, tuvo una incidencia más discreta, aunque sí es verdad que se divulgó en Europa en círculos de estudiosos, pero después su impacto se vio diluido por el éxito de Alcover».

Y es que Valriu, catedrática de Filologia Catalana en la UIB, ha recuperado los textos que el Arxiduc Lluís Salvador descartó para su volumen de rondalles, que incluía 54 narraciones, y cuyo trabajo de campo llevó a cabo el intelectual Antoni M. Penya. Sobre este corpus de narraciones, Valriu destaca que «aportan algo que los folkloristas valoran mucho: la fidelidad de la fuente oral». Y es que estas rondalles «no están amplificadas ni embellecidas literariamente, sino que se mantienen fieles a la oralidad». Asimismo, recalca la «variedad de géneros» tratados. «Hay unas 90 rondalles, una treintena de sucesos y otra de leyendas y ocho tradiciones explicativas. El repertorio es muy variado y también llama la atención el arraigo al territorio por la cantidad de topónimos que aparecen», añade.

Aportación

También es importante la aportación de Valriu desde el punto de vista antropológico, ya que su investigación sirve para conocer cómo se llevaba a cabo el  trabajo de campo en el siglo XIX sobre folklore. Sin embargo, la gran contribución de Valriu, además de la divulgación de estas narraciones inéditas, ha sido la identificación de 16 tipos de rondalles nunca antes documentadas en catalán y que ahora se podrán incorporar al Índex Tipològic de la Rondalla Catalana (RondCat) y, en consecuencia, también al The Types of International Folktales que se elabora en Finlandia.

Además de un libro junto a su hermana Paula y la experta en fraseología Bàrbara Sagrera sobre las recetas culinarias en las rondalles de Alcover, Valriu puntualiza que este libro ganador del Premi Mallorca recoge solo una parte de su investigación, ya que llevó a cabo un análisis exhaustivo de cada una de las narraciones, algo que podría ver la luz «en alguna otra ocasión».