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La Mallorca de principios del siglo XX es un tesoro lejano perdido en el tiempo. Es casi imposible encontrar a alguien que recuerde esa época y pueda describir el centro de Palma, los paisajes poblados de molinos del Pla o la salvaje Serra. Esa circunstancia fue prevista hace 100 años por los responsables del Repertorio Iconográfico de Arte Español que se pusieron manos a la obra para fotografiar y registrar el patrimonio artístico de toda España, incluida Balears. Hoy el vasto archivo descansa en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, donde reposan más de 1600 fichas relacionadas con las Islas y que son una ventana a nuestro pasado patrimonial.

Pilar Cuerva, jefa del Centre de Recerca i Coneixement del MNAC, detalla que «hay mucho contenido de Mallorca con fondos fotográficos y gráficos» compuestos de negativos, planillos y dibujos tanto de obras de arte como de espacios arquitectónicos de renombre, como los Banys Àrabs.

Cuerva, además, explica que los que hicieron el Repertori, con Josep Puig i Cadafalch y Jeroni Martorell al frente, «tenían un concepto muy amplio de la cultura», por lo que en sus visitas a la Isla no se limitaron a inmortalizar el patrimonio artístico, sino también los paisajes, las costumbres, el folclore, los trajes regionales y diversas estampas de la vida cotidiana de Mallorca.

El Museu Nacional d’Art de Catalunya, una ventana al pasado patrimonial de Baleares
Las fichas incluyen no solo fotografías sino también planos y dibujos de algunos de los lugares, detallando al máximo las especificaciones del patrimonio artístico recogido.

Las expediciones a la Isla, encargadas a Pelay Mas, hijo del conocido fotógrafo Adolf Mas, se hicieron entre 1913 y 1915, con alguna visita posterior hasta 1918. En total, el archivo alberga 61 cajas dedicadas a Baleares de las más de 1500 que conforman el fondo e incluyen 1631 fichas con un listado ordenado alfabéticamente de los lugares fotografiados y el patrimonio visitado.

Variedad

Se encuentra, así, «arte mudéjar, gótico, románico, renacentista, barroco, indumentaria regional, publicaciones recortadas, etcétera» con una proporción mayor a Palma que al resto de localidades. Todo ello conforma una joya para saber cómo era Mallorca en esa época y «para tener documentación de expresiones artísticas que desaparecieron tras la Guerra Civil al ser una fuente de información única de la manifestación del arte previo a la guerra y también para saber qué obras existían en diferentes lugares que han podido ser expoliadas o se hayan podido destruir».

La importancia de dicho fondo, que ahora mismo está en fase de digitalización por tandas para su consulta por expertos y curiosos, ya era vital para sus responsables que, durante la guerra, lo protegieron de los bombardeos y saqueos junto a las obras de arte de primer orden y, ahora, supone una auténtica puerta abierta a un mundo cuyos ecos llegan cada vez más debilitados.