El cineasta Joan Maura posó para este diario. | Pere Bota

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Albert Camus arranca su conocido ensayo El mito de Sísifo con una lapidaria frase: ‘No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio’. Por qué es mejor vivir que no hacerlo o, dicho de otra manera, por qué no suicidarse, es una de las preguntas que el filósofo argelino considera capitales. El cineasta mallorquín Joan Maura se sintió atraído por ella y, ahora, trabaja en On viuen els que enyoren, un largometraje que ahonda en el duelo que provoca el suicidio de un ser querido. La película se encuentra en fase de financiación y ya cuenta con el apoyo de la productora mallorquina La Perifèrica y la catalana Anhela, además del apoyo del Institut d’Estudis Baleàrics.

El propio Maura confiesa que su interés por el tema vino «a razí de leer a Camus y de ver el cine de Bergman», pero su foco está puesto no tanto en el fenómeno de la automuerte, sino «el duelo que genera en el círculo familiar alguien que decide quitarse la vida». Una situación sobre la cual se pone más la lupa, pero que «no termina de hablarse de ello del todo». La historia sigue a Andreu, un señor mayor cuya esposa, Carme, se suicida en el jardín de la casa de ambos. El hombre deberá aprender a convivir con esta realidad en un contexto en el que lo «único que le hace seguir adelante» es su nieta, Helena, a que vive en Barcelona con su padre. Además, Andreu desarrolla una gran relación con su perro, un pastor mallorquín joven y activo.

Para documentarse, Maura se puso en contacto, «gracias a trabajadoras del IB-Salut», con AFASIB (Associació de Familiars i Amics Supervivients per Suïcidi de les Illes Balears), lo que le permitió «conocer a varias personas que me contaron sus experiencias y fue un proceso muy duro y doloroso, pero también ha sido precioso compartir todas estas historias y poder ver el resultado de todo el trabajo en el guion».

El texto definitivo, de hecho, fue compartido con estas personas que «lo comentaron, machacaron, mejoraron, etcétera, porque es una masa madre y ha de pasar por mucha gente y esto es una de las cosas más bonitas que me ha dado este proyecto», relata el cineasta.

Adaptación

A raíz de todo esto, la historia busca «ser algo que la gente pueda escuchar, del mismo modo que yo quise ser la persona adecuada para que esta gente pudiera abrirse y contarme sus vivencias», en las cuales «todo parece ir en tu contra» y «debes aprender a aceptar la situación e incorporarla a tu vida». Maura tiene claro que «para esto no hay cura y la película no pretender serlo, sino que has de adaptarte y sumarlo a quien eres ahora». A pesar de todo, Maura reconoce que para él «toda la experiencia sí ha tenido un componente curativo».

Maura será, además del guionista, el director de la película, «algo que me da miedo, pero me siento arropado por los productores Cesc Mulet y Norbert Llaràs» y avanza que «todas las localizaciones están pensadas para ser rodadas en Mallorca porque hay lugraes importantes a nivel personal como Portocolom, Llucmajor, el centro o el cementerio de Palma» y, sobre todo, «el mar», un punto en común con su personaje, que es pescador, afición que Maura desempeñó de niño y que es el pretexto para narrar una historia sobre algo que le parece muy mediterráneo: «Callarnos según qué cosas en lugar de expresarlas».