El escritor mallorquín Sebastià Portell es el nuevo presidente de la AELC. | JAVIER RODRÍGUEZ

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Sebastià Portell (Ses Salines, 1992) es, desde hace unos pocos días, el nuevo presidente de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC). Portell, que sucede en el cargo a Bel Olid, es autor de títulos como la novela Ariel i els cossos (2019); la obra de teatro Transbord (2018); el volumen Antònia Vicens. Massa deutes amb les flors (2016), o, más recientemente, el ensayo Les nenes que llegien al lavabo (2021), entre muchos otros. Además, ha traducido del gallego la obra L’enterrament (2020), de Gonzalo Hermo.

Ahora que ha ganado las elecciones, ¿cómo vivió todo el proceso de la campaña?
— Con mucha ilusión y expectación. Todos sabíamos que serían unas elecciones disputadas. Los tres candidatos representamos muy bien la diversidad de la AELC y su vitalidad. De hecho, las expectativas se han cumplido, ha habido una participación histórica con una votación por parte del 37 por ciento de los socios, cuando normalmente es micho más baja, de entre el 5 y el 16 por ciento.

¿No es un porcentaje bastante bajo en realidad?
— Habitualmente, en una asociación profesional, no suele haber tanta participación. Hasta hace tres años las votaciones eran presenciales y asistía poca gente. Es verdad que tampoco antes había
tres candidatos a la presidencia, lo cual creo que ha generado mucho debate, algo muy positivo. En la campaña hemos podido exponer nuestros argumentos y los socios se han posicionado y han participado en el proceso.

Debe de ser el presidente más joven de la historia de la AELC.
— Sí, y también el más votado de todas las elecciones que se han celebrado. En cuanto a la juventud, no es que me disguste que me lo señalen, pero no creo que sea un valor de por sí. Durante la campaña no he querido remarcar este aspecto porque no quería hacer parts i quarts, como tampoco se tienen que hacer por cuestiones de género o procedencia geográfica. No quiero que este aspecto marque la presidencia. Lo que sí puede que vaya asociado con la juventud es el empuje, el entusiasmo y las ganas de poner en práctica nuevas ideas. Eso sí me gusta.

Lo que sí remarcó fue que era el único candidato que contaba con el apoyo mayoritario de la junta y de los cinco presidentes vivos de la AELC.
— Consideramos que buena parte de los socios de la entidad estaban satisfechos con la gestión de Bel Olid y queríamos que quedara claro que si un candidato se presentaba con complicidades era yo. Me presenté con el apoyo mayoritario de la junta y de todos los presidentes de la entidad de entre los años 1998 y 2022. Esto es un orgullo inmenso y a la vez una gran responsabilidad. Tengo que honrar la confianza de todos los socios que han votado.

Ya tenía experiencia en la ALEC, primero como vocal y luego, en los últimos dos años y medio, como secretario. ¿En qué momento decidió presentarse como presidente?
— Hace un año Bel Olid compartió conmigo la intención de dejar el cargo y consideró que yo podía desarrollar esta labor. De entrada no lo vi claro, pero lo pensé durante unos meses. Ella lo respetó y durante el último año la acompañé en su trabajo y aprendí toda la responsabilidad que conlleva el cargo, por ejemplo, conocí las instituciones y las entidades con las que colaboramos. Aprendí a su lado. Al final me presenté porque llegó el momento de que ella dejara el cargo y, después de todo el proceso de aprendizaje, sentí que podía aportar más a la asociación.

¿Cuáles son los principales retos que tiene que afrontar como presidente?
— La consolidación y la insistencia de la defensa de los derechos profesionales y las actividades vinculadas con el oficio. Somos una entidad profesional y podemos incidir más en las condiciones de trabajo. Como asociación debemos continuar ofreciendo y ampliando la oferta de formaciones gratuitas, de temas contractuales, derechos de autor, cursos de recitación y también debates que tenemos que tener, ya sea entre nosotros, escritores y traductores, o con instituciones y editoriales. En los últimos años se han producido muchos cambios en el ámbito editorial e institucional y es importante que la AELC también lidere estos cambios.

¿Cuáles son los asuntos más urgentes que tiene que atender?
— En el plano laboral tenemos dos líneas. Por una parte, insistir a los socios de que sean conscientes de cómo tienen que ser remunerados sus trabajos, así como difundir un código de buenas prácticas del mundo editorial, con la organización de festivales o de premios literarios. Es una labor de fondo que siempre ha estado ahí pero que se tiene que reactivar y potenciar. Por otra parte, también es importante llevar a cabo la negociación de diferentes aspectos como los audiolibros. Está previsto que en el próximo año y medio haya un boom de audiolibros en la literatura catalana y ya hemos empezado a negociar porque queremos que la asociación esté presente en su implementación. Tenemos que velar para que se lleve a cabo con un escrupuloso respeto a los derechos de autor.

La pandemia del coronavirus debió de tener un gran impacto en el sector.
— Sí, pero la verdad es que ha tenido un impacto profesional menor del que esperábamos. Evidentemente no ha habido un crecimiento y buena parte de los socios sufrieron una disminución de su trabajo o muchas cancelaciones de actos presenciales. Sin embargo, en el año 2020 pusimos en marcha un programa de dinamización de la actividad profesional que tuvo buena respuesta pero no tanta, lo cual en realidad era una buena noticia.