La intérprete Lina Tur Bonet dirigirá y tocará al mismo tiempo un repertorio de obras de Bach.

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Es prácticamente imposible imaginar un violín sin su arco del mismo modo que es imaginar a Lina Tur Bonet sin la música. La intérprete, de origen ibicenco, empezó a estudiar a la temprana edad de tres años y desde entonces su pasión y amor por el instrumento solo ha sido igualado, quizá, por su admiración por Bach, a quien considera «un extraterrestre». Es al compositor alemán a quien dedica el repertorio que ha escogido Tur para este sábado a las 12.00 horas, cuando dirija y toque, todo a la vez, junto al Ensemble Antoni Lliteres de la Orquestra Simfònica de Balears en el Conservatori Superior de Música.

Lo que sonará el sábado serán tres conciertos para violín, así como una suite orquestal de Bach, quién si no, ya que Tur lleva «muchísimos años trabajando y estudiándolo», razón por la que pensó «¿qué mejor que él?», confiesa. Sobre el alemán, Tur no lo duda: «Cuanto más me esfuerzo en conocerle y menos le entiendo y cuanto más le estudio más me gusta». Según la ibicenca, Bach, de alguna manera, «dio con la clave de la creación», ya que «se dice que solo tenemos dos tercios de toda la música que hizo», por lo que lo coloca como «uno de los más grandes artistas de la historia de la humanidad». Dicho de otro modo, «no parece humano». Y lo dice con conocimiento de causa, pues la violinista se ha esmerado en «trabajar su simbología y es que funciona en cualquier lugar que lo pongas: matemáticas, retórica, emocional, numerología, etcétera». Un autor «inabarcable» del que «te salen más y más misterios a medida que lo investigas».

Con esta carta de presentación, difícil es no sentirse atraído por lo que pueda pasar el sábado, pero si algo sí está claro es que será el debut de Tur con la Orquestra Simfònica. «Para mí será como estar en casa», confiesa. La artista ha tocado otras veces en Palma, pero nunca lo ha hecho con «mi orquesta», como se refiere a ella, y, además, se estrenará por la puerta grande: dirigiendo y tocando a la vez. «Eso es algo muy complicado porque implica un doble esfuerzo, ya que tienes que conocer lo que vas a tocar y, al mismo tiempo, todo lo que tocan los demás», y, por supuesto, estar al tanto de todo. Una labor que, por otro lado, «es muy bonita y gratificante», según indica Tur.

Información

Su forma de atacar los textos, ya sean los de su violín de cuerdas de tripa o con una aproximación más contemporánea, es siempre desde «la mayor información posible». Por ello, «ser fiel al compositor, que me parece mucho más importante que el intérprete», es algo fundamental, pero también hay que andarse con cuidado, ya que «a veces, el exceso de información nos paraliza por querer tocar exactamente igual; la combinación entre conocimientos y saber manejar la música es lo ideal». Por esto último, según Tur, hay que entender el medio musical como «una forma de comunicación, ya que sin ella sería una anarquía, a través del sonido y, sobre todo, transmitir». O dicho de una forma mucho más poética: «Moldear el sonido como si fuera una escultura, efímera, pero que transmita y sepa comunicar».

Ella, además, no dirige con batuta, «porque no aprendí así», pero además es una circunstancia históricamente exacta porque «en época de Bach no se dirigía de esa manera». Y es que Tur, durante sus años de estudio, no se sentía capaz de aprender a dirigir porque «sabía que no me tendrían en cuenta por el hecho de ser mujer», algo que, a su juicio, «significa que algo de machismo debía haber que me hacía tener esta sensación», aunque matiza que en el mundo de la música clásica «no es que haya o no haya machismo, simplemente no creo que sea donde más hay, no me parece algo específico».

En su experiencia personal, señala que «nunca me he sentido despreciada por ser mujer y, hasta donde yo sé, no hay peor caché por ser mujer», pero ello no implica que «no haya habido cambios y haya costado llegar hasta este punto», aunque no «más que en otros sectores, no nos podemos quejar». En cualquier caso, Tur es capaz de relatar situaciones surrealistas a ojos de hoy, como que se le dieran argumentos y razones sobre por qué una mujer no podía ser directora de la Orquesta Filarmónica de Viena; ahora «no es así» y se trata de una «mejora normal» de la que ella misma se siente partícipe, ya que, ahora mismo, «quizá una niña pueda verme dirigir y lo vea algo normal y hasta la anime con mi ejemplo», lo cual sería «ideal».