La escritora mallorquina Antònia Vicens, este miércoles en Barcelona, donde se anunció que era galardonada.  | Andreu Dalmau

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Una de nuestras escritoras más celebradas, Antònia Vicens, autora de una vasta obra que abarca una docena de novelas y poemarios, se alzó este miércolesr con el 54 Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, que concede Òmnium Cultural, por «la solidez de su obra literaria y la innovación en la búsqueda de una voz narrativa». El nuevo presidente de la entidad, Xavier Antich, en su primer acto público, destacó de la mallorquina el compromiso con «su país y su lengua», así como una trayectoria que incluye el Premi Sant Jordi de novela en 1967 por 39º a l’ombra, un título que comportó que recibiera amenazas del sector hotelero por lo que explicaba respecto a la «explotación de la gente, el paisaje y también de la lengua».

Coleccionista de palabras desde que era una niña, Vicens, la octava mujer que recibe este galardón, muy emocionada, consideró ayer que no se trata de un reconocimiento «inocente», sino que tiene relación con «el compromiso de las palabras que tanto quiero, que me han dado libertad y rebeldía». Nacida el 27 de marzo de 1941 en Santanyí, la escritora rememoró que no aprendió el catalán en la escuela, a pesar de que era la lengua de la «calle y del trabajo», pero no tenía ningún prestigio y la aprendió en la Obra Cultural Balear (OCB). Actualmente, cree que si bien esta lengua «ha abierto caminos y tiene el prestigio que le toca, siempre está perseguida o acorralada, siempre obligándonos a vivir al acecho. Saben que si nos hieren la lengua, nos sangra el alma», proclamó.

En su alocución, Vicens tampoco olvidó la guerra de Ucrania, la «falsa moral de algunos países», e hizo un llamamiento «a la paz y a la rebeldía», en un día, reconoció, que «las palabras me fallan». Autora de poesía a partir de 2009, la autora comentó que nunca pensó en dedicarse a este género, pero el 3 de agosto de 2006 estaba tomando el sol y su primer poemario, Lovely, «me cayó encima», completándolo unos años más tarde con Sota el paraigua, el crit y después, tras una operación de la vista, nació Fred als ulls y Tots els cavalls.

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Mujer que ha conseguido conectar también con jóvenes generaciones de poetas, ayer desveló que puede pasar días sin hablar con gente conocida, viviendo como vive a las afueras de Palma, en un barrio en el que no hay ni panadería. En este punto, confesó que cuando recibió la llamada del anterior presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, comunicándole que sería el 54 Premi d’Honor, estaba en su jardín desbrozando una hiedra de la pared y «me abracé al naranjo». Por otra parte, no obvió que lleva una vida tranquila, de leer, escuchar un poco de música y de cerrar de vez en cuando los ojos, en una suerte de niebla. «Vivo en un tiempo que no es ni presente, ni pasado, ni futuro, lo que es un lujo», apuntó.

Respecto a si está escribiendo alguna nueva obra, indicó que cuando sintió la necesidad de escribir Lovely estaba con una novela corta, que «me había propuesto revisar», a la que incluso le había puesto el título de Maniquins, pero no sabe si lo mantendrá cuando acabe el proceso de revisión. Vicens debutó en la literatura con las narraciones de Banc de fusta y fue en 1967 cuando su nombre empezó a sonar en el ámbito literario al ganar el Premi Sant Jordi. Más tarde, publicó las novelas Material de fulletó, La festa de tots els morts, La santa, Quilòmetres de tul per a un petit cadàver, Gelat de maduixa, Terra seca, Febre alta, Lluny del tren, Ungles perfectes y Ànima de gos. Sus últimos títulos de poesía son la antología Si no dius fort el meu nom em condemnes per sempre y, el año pasado, Pare què fem amb la mare morta.

Distinciones

En su trayectoria también ha recibido premios y distinciones como el Ciutat de Palma, el Ciutat de València, la Creu de Sant Jordi, el Premi Nacional de Cultura de la Generalitat, la Medalla d’Or del Ajuntament de Palma y de Santanyí, así como el Premio Nacional de Poesía de las Letras Españolas. El jurado de esta edición estaba integrado por Marc Artigau, Judit Carrera, Martí Domínguez, Àngels Gregori, Ingrid Guardiola, Maria Rosa Lloret, Isidor Marí, Marta Nadal y Salvador Sunyer.

La entrega del galardón, que es obra del artista Ernest Altés, se llevará a cabo durante la primera quincena de junio en la ciudad que escoja la escritora, quien señaló ayer que no le importaría que fuera Barcelona, que ve como una «capital cultural». La presidenta del Govern, Francina Armengol, destacó en redes sociales el compromiso con la cultura y el catalán de la galardonada. En un mensaje resaltó este «merecido» galardón a la obra de Vicens. También elogió la trayectoria «llena de amor y compromiso» con la lengua catalana y la cultura por parte de la escritora de Santanyí.