El actor, dramaturgo y director Sergio Baos posa para esta entrevista en Palma. | Teresa Ayuga

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Tras un año del todo triunfal con Paradís, el actor y dramaturgo Sergio Baos encara un 2022 concentrado en su nuevo proyecto, pero con los ecos del anterior todavía resonando. No en vano, se proclamó ganador del Premi Margaluz d’Arts Escèniques dels Ciutat de Palma con la obra antes mencionada y, con ella misma, ha viajado recientemente a Barcelona para representarla junto a El Somni Produccions. «Nos está costando un poco sacarla fuera de la Isla», reconoce, aunque «parece que empieza a haber interés». En cualquier caso, Baos ya está inmerso en su nueva obra, que todavía no tiene título, pero que ya se sabe que coproducirán el Teatre Principal de Palma junto a la Sala Beckett de Barcelona.

El propio Baos explica que «a pesar de ser un tópico, no nos esperábamos el éxito que ha tenido Paradís». Esta obra, que otorga una imagen diferente de la visión idílica de Mallorca, parte de «algo personal, una historia muy mía que quería contar». Al principio, de hecho, pensaban «que era algo muy local, pero si funciona bien y te llega no hay más. Además, estamos acostumbrados a ver historias que suceden en Massachussets y no pasa nada», defiende Baos que, en cierto modo, ha cruzado con Paradís la puerta de entrada para que el también actor se lance definitivamente a «contar mis historias». Él mismo detalla que «el teatro, como requiere tanto tiempo, pues creo que es mejor pasarlo haciendo algo que sea mío, más íntimo».

Asimismo, tras el éxito de esa obra, Baos está inmerso en la escritura de un nuevo texto de carácter muy idiosincrásico. «Trata del abandono» representado en «tres mujeres, una más mayor, que es la abuela, su hija y la nieta». La primera, en cierto punto, abandona a la segunda y esto «creo un patrón» que se repite en las otras dos. Llegado un momento dado, «las tres se ven forzadas a convivir por circunstancias ajenas a ellas y tienen que ver cómo se soportan».

Los objetivos de esta nueva creación son «hablar del abandono, claro, pero también de mujeres de diferentes edades y dar voz a una gente, la mayor, que a medida que pasan los años la pierden». Todo ello uniendo tragedia y comedia, que son los caminos para llegar desde una a la otra, a su parecer.

Construcción

Ahora mismo está en fase total de construcción, aunque «ya me he puesto muy en serio y tengo la estructura», pero calcula que no será hasta el verano cuando la tenga terminada. En cualquier caso, «he cancelado y dicho que no a otros proyectos porque soy muy obsesivo y necesito volcarme totalmente en lo que hago y así dedicarme tranquilamente a escribir», confiesa el autor que añade que «cuando entro en una idea estoy todo el tiempo alrededor de ella, incluso cuando duermo y cuando me levanto».

Sobre si hay un paralelismo entre esa convivencia forzada de las tres mujeres y el confinamiento, Baos avanza que «no lo hay», pero no oculta que «inconscientemente seguro que todo lo que hemos vivido se está colando en la forma en que escribimos» y argumenta que es «interesante» que así sea. «Dentro de varios años, cuando leamos lo que se hacía en esta época, seguro que veremos todo lo que vislumbraba por ahí del mismo modo que al leer novelas de la postguerra, como de Carmen Laforet o a Dámaso Alonso, aunque no hablaran explícitamente de la Guerra Civil, sí tienen un eco espectacular».

El síndrome del impostor es, por otro lado, la gran batalla a la que Baos se enfrenta. «También me pasa mucho que pienso que lo que hago es una mierda» y «con la experiencia, empiezas a pensar que haces algo bien, pero aun así necesito gente alrededor a la que pasarle lo que hago y que corroboren que no vale la pena o me digan que debo seguir adelante con ello porque, si no, me desoriento y va todo a la hoguera», indica.

Dirección

Por último, Baos que también compagina la dirección de Fake, obra de Rafel Gallego que visitará el Principal de Palma en abril, también concede que «me cuesta más ponerme como actor» y recuerda que «antes de Paradís llevaba unos cinco años sin actuar». Ante ello, reconoce que «me apetece más estar en el otro lado y, sobre todo, contar mis historias».