Joan Oliver ‘Maneu’, nieto del pintor, posa en una de las salas de la exposición.  | M. À. Cañellas

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Fue tan numerosa y de tanta calidad la obra del pintorJoan Fuster que no bastan dos plantas de la Fundació Coll Bardolet de Valldemossa para albergarla, sino que la exposición que conmemora sus 150 años se ha extendido al Museu Municipal de la Cartoixa. Su nieto, Joan Oliver ‘Maneu’, hizo ayer las veces de guía privilegiado para la prensa en una visita detallada por las diferentes estancias que componen la muestra que reúne centenares de piezas del artista palmesano y permiten trazar una visión general por todos los intereses pictóricos de este maestro de la luz mediterránea, así como redescubrir a alguien «que quería expresar todo su amor al paisaje y, sobre todo, al de Mallorca».

A Maneu le acompañaron el alcalde de Valldemossa, NadalTorres, y el regidor de Cultura del consistorio, Jaume Mayol, además del director de la Fundació Coll Bardolet, DanielGallego. No obstante, todos ellos tenían claro que era Maneu el más indicado para hablar. La colección, que se compone de piezas en manos institucionales, privadas y de la propia familia del pintor, así como muchas que han sido recuperadas con los años por el propio Maneu, se inaugurará mañana, a la 12.00 horas, y permanecerá hasta el 30 de abril de este mismo año.

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Jaume Mayol y Nadal Torres, regidor de Cultura y alcalde de Valldemossa, Joan Oliver ‘Maneu’ y Daniel Gallego, director del centro Coll Bardolet.

«Valldemossa es muy especial», explicó Maneu mientras repasaba los cuadros que pintó su abuelo. «Detrás de cada uno hay una historia, aunque no todas las conozco porque le perdimos el rastro», detalló, «pero otras sí, como un paisaje que no sabíamos que existía hasta hace solo unos años y que ha sido restaurado a propósito de la exposición», comentó o el retrato de su abuela, «el más especial para mí» y del que todo el mundo, al verlo, señalaba que «mi abuelo debía estar muy enamorado» por el resultado obtenido.

Así pues, las distintas piezas expuestas en las salas segunda y tercera deColl Bardolet, así como en la Cartoixa, se nutren de bodegones, retratos familiares, retratos institucionales y, sobre todo, paisajes. «Él era un enamorado del paisaje, no pintaba una montaña sino que le salía el corazón en el lienzo. Era una especie de apóstol del paisaje mallorquín que pintaba con un cariño y una fiebre fuera de lo común», detalló Maneu quien, a su vez, recordó cómo hacía esto «con disciplina», levantándose «a las seis de la mañana para ponerse a pintar hasta el mediodía, cuando venía a casa y yo, muy pequeño, le lavaba los pinceles».

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La muestra ocupa dos plantas de la Fundació Coll Bardolet y una sala del Museu Municipal de Valldemossa (Cartoixa) y reúne cientos de piezas entre paisajes, bodegones, retratos institucionales y estampas familiares.

Recuerdo

La añoranza del nieto ante el recuerdo de su querido abuelo no nubla, en ningún momento, la indudable capacidad de un autor que es, sin duda, profeta en su tierra. En la muestra pueden apreciarse espectaculares pinturas de la Serra, de las montañas cercanas a Valldemossa, de Palma, elMolinar, etcétera. «También hay unos nocturnos espléndidos» que incluyen una vista del Passeig del Born de Palma que es una auténtica mirada a un pasado que ya no existe.

Así pues, Fuster regresa a Valldemossa bien arropado por dos de las instituciones más importantes de la localidad y de la mano de su nieto, Maneu, quien destaca la «capacidad de enviar un mensaje de esperanza, amor a la naturaleza, a la belleza, a las tradiciones y a los recuerdos» de los pintores como su abuelo, un fotógrafo sin cámara cuyo álbum familiar y personal, a diferencia de los nuestros que guardamos en cajones, descansa en museos.