La ilustradora y escritora María Hesse, en su estudio. | Erea Azurmendi

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Todos conocemos los cuentos de La Bella Durmiente y Blancanieves, por decir solo algunos títulos clásicos y también conocemos, seamos o no cristianos, la historia de Adán y Eva. Con ella, o más bien con su curiosidad, se podría decir que empezó todo. «Nuestra hipoteca empezó el día en que Eva tomó la manzana y nos condenó por los tiempos de los tiempos», afirma María Hesse en su nuevo libro, Malas mujeres(Lumen), que este miércoles 16, a las 19.00 horas, presentará en la librería Rata Corner de Palma.

Con este volumen, la autora hace un repaso, siempre muy personal, por las malas de la historia, las malas mujeres como bien indica el título: desde las madrastras de los cuentos tradicionales hasta los iconos de la cultura pop como Britney Spears o Yoko Ono, pasando por una larga lista de novelas, películas y series, entre las que figuran la Odisea, Madame Bovary, Perdición, Son de mar, Carrie, Juego de tronos, Girls o Mare of Easttown.

Precisamente así empieza Malas mujeres, con un cuento, con el de la Preciosa Rosa, que se popularizaría con La Bella Durmiente de Disney. Ese comienzo, confiesa la propia autora, es un guiño a su libro más íntimo, a El placer (2019), que también arranca así, aunque después va incorporando «partes de mi experiencia». Así, por ejemplo, la artista relata que en el colegio le pusieron el apodo de «loca» simplemente por un día lluvioso en el que la vieron jugando con un paraguas como si fuera Mary Poppins o el hecho de ser la madrastra de un niño.

«La idea original era hablar de cómo la ficción nos educa a pesar de que pensemos que no y cómo las narrativas nos dirigen a un camino u otro. Es necesario exponer los casos de las mujeres reales para entender las consecuencias que tienen esas ficciones, pero también ponerlas en su contexto, ya que ambos elementos se retroalimentan», señala. Asimismo, detalla, «hay que tener en cuenta que los ejemplos de mujeres muy conocidas se salen de nuestra realidad, así que decidí incluir experiencias propias». La estética que envuelve el libro, como si de un volumen sagrado o «místico» se tratara, también ayuda a evocar ese espíritu de historia, de cuento.

Portada de 'Malas mujeres', de María Hesse.

Para Hesse, la «resignificación» es la clave. Sobre el caso de la palabra «madrastra», por ejemplo, reconoce que «siempre hemos visto a la figura como algo negativo, cuando simplemente designa un lazo familiar, somos nosotros los que atribuimos otros significados. Junto a mi pareja, el niño o su madre lo hemos interiorizado y lo vemos con naturalidad, pero, por ejemplo, mi madre no lo entiende y prefiere evitar ese término». «Sabía de donde venían algunos relatos y, al recapacitar y escribirlos, se tornaban liberadores, cambiaban de sentido y del relato patriarcal original se volvían empoderadores», destaca.

A pesar de que Malas mujeres evidencia un sinfín de abusos e injusticias, Hesse apunta en el libro que «hace ya tiempo que se abrió una grieta por la que entra la luz de una narrativa distinta, una que nos dice que no tenemos que ser como ellos, pero tampoco como nos han narrado». «Hay que ser realista, queda mucho por cambiar, pero leyéndolo se ve que hay una evolución. Hay muchos patrones que se van repitiendo y perpetuando. Vamos por buen camino, aunque damos pasitos muy despacio, pero no vamos más rápido porque no nos lo permiten», lamenta.

Los cuentos, pues, no han terminado, pero ahora son también ellas, las malas de la película, las que cuentan su versión. «Y si las llaman malas mujeres, que se lo llamen; las paredes han caído y nosotras ya no estaremos ahí para oírlo. Bienvenidas al aquelarre», avisa.