Sara Rivera, autora de ‘Sarbatana’. | Jaume Morey

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«En los últimos años he vivido en un estado de guerra contra diferentes frentes por no saber cómo situarme ni entender qué pasaba a mi alrededor. De ahí viene el título, Sarbatana, porque este libro es un artefacto poético que dispara versos de defensa». Así lo explica Sara Rivera, quien acaba de publicar con la Nova Editorial Moll su primer libro en el que, desde un lugar muy «íntimo», inicia una larga búsqueda de preguntas sin respuesta.

El nombre del poemario, Sarbatana (cerbatana en  castellano) hace referencia a ese arma a través de la cual se disparan dardos, a menudo venenosos. O, como ella dice, «dispara versos» que le han servido como «herramienta terapéutica y autoanálisis» de una situación que califica como «estado de guerra» hacia los estímulos externos.

Una situación bélica y conflictiva que se ha prolongado durante años en su caso y que tiene varios frentes como «las cargas familiares, el amor y el desamor, conflictos contra el territorio, la soledad, etcétera». Todo visto desde la perspectiva de «una mujer en una sociedad patriarcal y binaria» que la coloca ante una «búsqueda incansable de preguntas sin respuesta».

Por ello, el libro parte desde la más absoluta intimidad y desde «la sensación de que estos poemas no iban a ser publicados», lo que provoca que partan de un lugar verdadero e inocente ya que estos poemas son como mis notas personales, un diario o un confesionario». O, dicho de otro modo, «de lo que haces espontáneamente cuando crees que nadie te mira». Esa forma de «exponerse al público por la transparencia absoluta» de la que se nutre el poemario es lo que «más me ha costado de todo» porque «es abrirte en canal ante todos».

Refugio

En cualquier caso, Rivera detalla que el libro ha sido un ejercicio sanador ya que «la poesía es donde encuentro el consuelo de la libertad y me permite ordenarme internamente, para formular estados. Es mi refugio». Y por ello, ha bajado las armas ya que «no me siento en ese estado de guerra ya, sino que acepto la realidad», lo que le permite centrar su mirada, tanto poética como personal, en otros aspectos que le rodean.