Las fotografías que tomó Bartomeu Quetglas suponen una rara avis en varios sentidos. Por un lado, el nivel de conservación y detalle son altos y, por otra parte, suponen una visión inédita del conflicto y aumentan su conocimiento. | Pere Bota

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El 18 de julio de 1936, España se castigó. Varios generales traicionaron al legítimo Gobierno de la República y dieron inicio a una cruenta Guerra Civil que arrastró a millones de personas a la muerte, el hambre y el horror cuyas consecuencias se perciben a día de hoy. Pero la historia es caprichosa y tiende a ocultarse. Quizá por esta razón, Bartomeu Quetglas Coll la almacenó y durante décadas mantuvo a buen recaudo un álbum fotográfico con más de 300 instantáneas que fue recopilando cuando la guerra llamó a su puerta contando él solo con 22 años. Ahora, casi un siglo después, sus ‘disparos’ descansan en el Arxiu del So i la Imatge de Mallorca tras la donación de Enric Calafell, su sobrino.

«No es habitual que lleguen donaciones tan documentadas», explican Francesc Bonnín, director del Arxiu, y Mariona Aloy, estudiante que cataloga el fondo. A los 327 positivos se suman 10 documentos con certificados oficiales o recortes de prensa sobre los combatientes mallorquines durante la guerra, como él mismo. Y es que Quetglas Coll formó parte de la 37ª batería del regimiento de Artillería número 5 del Bando Nacional entre 1938 y 1939. Con él estuvo en varios frentes como el de Teruel, Lleida, Barcelona o Valencia, y en las instantáneas pueden verse un gran abanico de realidades: paisajes, la vida en el frente, las consecuencias del conflicto o desfiles del final de la guerra en Madrid y Valencia. «Reflejan la perspectiva de un mallorquín que luchó en el conflicto» y lo vio a través de su cámara.

Sobre la calidad de las fotografías, Bonnín explica que «fueron hechas por un aficionado, pero no era ningún novato» ya que se aprecian «conocimientos básicos» que demuestran que «sabía lo que hacía», aunque no se ha podido determinar con seguridad que fuera el propio Quetglas quien las tomara ni la cámara con la que se hicieron. Sean de Quetglas o no los ‘disparos’, muy diferentes a los de sus compañeros en cualquier caso, lo cierto es que al volver a la Isla sí compuso un detallado inventario sobre cada una de las 327 imágenes del conflicto con descripciones tan detalladas como ‘Puente sobre el río Cinca en Fraga, volado por el enemigo en su retirada’; ‘Vista del Pilar sobre el río Ebro’; o, ‘Aspectos del Cementerio de Teruel, donde se hizo fuerte el enemigo’.

Imagen de un soldado junto a un cadáver en un ataúd abierto en Teruel
Imagen de un soldado junto a un cadáver en un ataúd abierto en Teruel.

Donante

Calafell, el sobrino de Quetglas, es quien donó el álbum por considerar que «estaría mejor en el Arxiu», donde lo pueden guardar y conservar como es debido y, a su vez, sirve como una forma de «homenajear» el trabajo que hizo su padrino. Ahora, el fondo de Quetglas, que ya ha sido parcialmente digitalizado y puesto al alcance del público, permanecerá bajo el cuidado del Arxiu del So i la Imatge de Mallorca, donde historiadores e investigadores podrán intentar resolver las incógnitas que quedan o las nuevas que han aparecido como qué interés había en que un soldado raso tomara instantáneas del conflicto; con qué permisos contó; o, determinar si las cientos de fotografías son capaces de revelar cuestiones hasta ahora ocultas tras balas, silencios y tierras removidas.