La cantante Mónica Naranjo actúa mañana en Palma.  | MERI

TW
4

Mónica Naranjo pertenece a esa estirpe de artistas a los que se ama o se odia, no hay término medio. Hay quien afirma que esa cualidad distingue a los grandes artistas. Entre tanto, si por algo destaca la ‘pantera de Figueres’ es por haber perpetrado una carrera llena de bandazos estilísticos. Tan pronto firma un disco repleto de luminarias pop, como plasma su particular visión del fenómeno gótico o salta a la copla, música de baile o, en un giro copernicano, se marca una ópera pop. Ojo, siendo todas ellas –más allá de la filiación o desafección que provoque el personaje– obras que destilan un nivel mínimo de calidad. La catalana aterriza este sábado en el Auditòrium de Palma (21.00) con Puro Minage, una osada relectura a su exitoso álbum de homenaje a la gran diva italiana Mina, publicado en el año 2000 bajo el título Minage. «Puro Minage va más allá de ser una simple relectura, puesto que incorpora dos nuevos temas, como son Llévate ahora y el dueto con mi admirado Nek en Amore», explica Naranjo, que pone al servicio del show su enorme capacidad interpretativa, empezando por su voz, una de las más potentes de la escena nacional.

Algunos artistas ven como su horizonte se oscurece al cruzar la barrera de los cuarenta. No es el caso de Mónica Naranjo, que confiesa atravesar un momento dulce en lo personal pese a asomarse al umbral de los 50. No obstante, en lo creativo, ¿no siente la necesidad de mirar atrás para hacer balance, o quizá aún no es momento para revolcarse en la nostalgia? «Lo que soy hoy es aquello que he ido cosechando con el paso de los años. Es imprescindible saber de dónde venimos para conocer a dónde vamos», reflexiona la artista. Que, a renglón seguido, reconoce que la música es su mejor bálsamo: «Me transporta al universo de las emociones, de los sentidos y de los recuerdos, y además me repara por dentro, sana el alma y el corazón».

Cuentan que, siendo adolescente, Naranjo recibió un consejo que ha marcado su trayectoria. ‘Déjate llevar por la pasión’, le deslizó un ya maduro Salvador Dalí. Quizá por ello, «siempre hay parte de mí en aquello que canto e interpreto». Para acabar, le preguntamos qué haría gratis y que no haría ni por todo el oro de Fort Knox. «Vivir, amar, disfrutar, reír, llorar… lo mejor y lo más bonito en esta vida es gratis. A estas alturas de la vida tengo muy claro aquello que me apetece hacer, pero también aquello que no», zanja.