Martí posó este lunes en la Gerhardt Braun.

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Hay momentos en los que tras mucho buscar y rebuscar, todo encaja en su sitio como si de una pieza de un puzzle se tratara, y nos sentimos embriagados de una sensación de tranquilidad y sosiego difíciles de explicar. Esas son las emociones que transmite la artista Francesca Martí al hablar de sus nuevos proyectos, entre los que destaca Copper (que se traduce por cobre), que recientemente fue protagonista de una performance llevada a cabo por la Embajada de España en Estocolmo en colaboración con el Centro Sefared-Israel y el Judisk Kultur i Sevirge con ocasión del Foro Internacional de Malmö para el Recuerdo del Holocausto.

Martí, cuya obra puede verse también en el espacio deGerhardt Braun en la calle Sant Feliu de Palma, destaca que «no hice esta obra pensando en el Holocausto, pero estos organismos sí creyeron que era apropiada y me pidieron si podrían presentarla en el Foro de Malmö y les dije que sí, porque sí está conectada».

El proyecto de Copper nació «el año pasado durante el confinamiento», en una época de «mucha incertidumbre» que ahora seguimos «arrastrando». Anteriormente Martí había trabajado en Nómadas, una reflexión artística sobre las «migraciones» y la «necesidad del ser humano de irse a descubrir por voluntad o por necesidad otros países de nuestra tierra». Para aquel proyecto, Martí fue «coleccionando figuras que iba encontrando en mercadillos y otros lugares». La recopilación de figuras creció y creció, aunque «no llegué a hacer nada grande con ellas». Hasta el año pasado.

Fue entonces cuando «sin pensarlo, pero sintiendo mucho, empecé a liarlas en un hilo de algodón que había comprado sin saber por qué en Egipto hacía años y que tenía en el taller». Tras la acción, llegó la reflexión: «Lo fui digiriendo y me di cuenta de que había unos miedos y una introspección de nuestra sociedad». No obstante, «el color blanco del hilo no me gustaba, y mi hija, de hecho, me preguntó si estaba momificando a la sociedad». Es ahí cuando el cobre «me sirvió mucho por su propiedad transmisora. Me sentí bien, era como si elevara las figuras y además lo asocié al pasado del mundo».

Finalmente, todo el proyecto «le pareció fantástico a la embajadora en Estocolmo para canalizar la memoria judía» porque, en el fondo, se trata de una reflexión sobre «guardar y transmitir la memoria a las nuevas generaciones y ayudar a que no se olvide ni se vuelvan a repetir lo que ha sucedido».

En la performance, además, de la cual hay un vídeo disponible en el canal de YouTube de la Embajada Española de Estocolmo, participaron personalidades como Concha Díaz Berzosa, vicepresidenta de la Asociación Amical Mauthausen, que agrupa a deportados republicanos de los campos de concentración y exterminio del nazismo; la poeta Marifé Santiago Bolaños, quien escribió sus poemas para la performance; así como la propia Martí, o Katt Hernández y Gulla Thorvaldsdottir, dos performancers con las que suele colaborar.

Objetos

Además, varios nietos de judíos o incluso la hija de uno, quien relata su experiencia de niña, están presentes en el vídeo. Todos con «un objeto de memoria» que representa el recuerdo. Durante la acción, todos los participantes se envolvieron en cintas de cobre para, finalmente, «liberarse, quitarse esos miedos y descubrir la memoria para poder ser transmitida. Por eso la cinta es de cobre, lo une todo y a todos».

A partir de aquí, el proyecto puede seguir creciendo. Francesca Martí y Marifé Santiago preparan un libro sobre el cobre con imágenes y texto que puede resultar en nuevas performances y, a su vez, Martí cree que con «las figuras con las que más conecto puedo trabajarlas para hacerlas a escala real», aunque es algo que «ocurrirá con el tiempo». Por lo pronto, lo más inmediato, es una nueva exposición en Shanghai junto a la artista Xiao Hui Wang el 1 de diciembre.