La soprano aragonesa, Sabina Puértolas, en una foto promocional.

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Una de las sopranos españolas más reconocidas mundialmente llega al Palau de Congressos de Palma para actuar en el Festival MallorcÒpera. Sabina Puértolas, intérprete de distintos papeles como Gilda en Rigoletto de Verdi en la Royal Opera House o Rosina en El barbero de Sevilla de Rossini en la Ópera de Seattle, se reencontrará con el público mallorquín en una cita especial.

Vuelves a la Isla después de mucho tiempo, ¿tenías ganas de volver?
— Mi ultimo concierto en Mallorca fue junto a José Carreras, y claro que tenía muchas ganas de reencontrarme con una isla con la que tengo una vinculación más allá de la opera. Tengo amigos aquí, y por el trabajo de mi marido hemos pasado tiempo en la isla. Siempre me ha gustado mucho Mallorca, y este Festival es un ejemplo de lucha por y para la cultura.

Para la Isla y para el mundo cultural, estas apuestas son necesarias, ¿no?
— El esfuerzo para levantar y sostener un festival como este es absolutamente loable, y claro que debe de recibir el respaldo de los estamentos políticos, no solo el del público. Las Baleares tienen un bagaje musical en cuanto a la lírica muy importante, y hay que seguir apoyándolo. Evidentemente se necesita un mayor apoyo institucional y político, porque la cultura es una necesidad social, y mejora a las personas. Los artistas hemos dado mucha felicidad a la gente cuando todo estaba tan mal, para que quienes se atrevían a venir a los teatros pudieran olvidarse, durante un par de horas, de todo lo que había fuera.

Actuar después de todo lo sucedido debe ser más especial ¿siente que la pandemia le ha cambiado?
— Bueno, afortunadamente, no he dejado de pisarlos. Sí, es cierto que la pandemia nos ha cambiado y el hecho de cantar ante el público dando vida a un personaje, ahora lo vivo más a tope, porque ahora somos conscientes de lo que es cerrar un teatro. Eso hace que mi vinculación con la ópera sea todavía más intenso.

En tu vuelta a los escenarios, optaste por los recitales, ¿los consideras más complicados que la ópera?
— Son completamente diferentes. El recital es un género muy difícil, eres tú y el público. No hay más. En la opera, en cambio, el maquillaje, el vestuario y la interacción con el resto de compañeros te hace más fácil meterte en el personaje. Evidentemente ahora, con la pandemia, es más fácil hacer recitales, porque hay menos gente en el escenario y son más fáciles de proponer, pero la ópera se vende mejor.

Has tocado en sitios muy importantes pero, ¿en qué sitio te gustaría actuar?
— Yo soy feliz cantando en cualquier escenario, porque lo que me alimenta es precisamente eso, pisar las tablas, hacer música en contacto con el público. Todos los disfruto, grandes y pequeños, pero la pandemia sí ha llevado a que se cancelase un contrato con el Metropolitan de Nueva York. Confío en que pueda recuperarse.