El cantante Raphael, en una imagen promocional. | Juanjo Molina

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Raphael regresa a los escenarios por todo lo alto para celebrar sesenta años de estelar trayectoria. Mañana viernes, en el marco del Mallorca Live Summer 2021, el artista festejará con su público aquellas canciones que ya forman parte de la memoria colectiva de nuestro país; así como los nuevos temas de Raphael 6.0; su último proyecto y con el que se posicionó, una vez más, en lo más alto de la lista. Su concierto bajará el telón de este festival que sitúa a Calvià en el epicentro musical del verano mallorquín.

A usted no hay plaga que lo baje del escenario...

—Hay que cuidarse, pero en fin, cuidándote puedes ir a todos los lados. Yo estoy vacunado y afortunadamente no he tenido ningún problema, ni ninguna persona de mi alrededor, ni mi familia. Insisto en que hay que cuidarse y ser conscientes de la situación en la que estamos.

Después de 60 años, ¿decir que Raphael sigue madurando, disco a disco, es faltar a la verdad?

—No. Yo todos los días sigo aprendiendo cosas. El público, que es muy sabio, es el que te va enseñando el camino que les gusta y el que no les gusta. Y tú, si tienes condiciones y estás de acuerdo con ese camino, lo coges. Afortunadamente, yo tengo mucho que aprender todavía y eso me sigue motivando cada mañana.

Responder sobre su hipotética retirada cada vez que sale de gira es un clásico, ¿siente que le quieren jubilar?

—Bueno a mí no, el público me quiere mucho y ellos, que me conocen perfectamente después de muchos años, saben que el día que tenga que irme me voy a ir.

Pero para eso aún no hay fecha, ¿verdad?

—No lo sé. El día que me levante, pruebe mi voz y no responda como tiene que ser, ese día cogeré a mi equipo y les diré ‘hasta aquí hemos llegado’. Y además, mi público sabe, y si no yo se lo digo, que no voy a hacer giras lastimosas de despedida. Eso para mí sería como morirme todos los días y no me quiero morir. Lo dejaré y me quedaré en mi casa o donde quiera.

A tenor de su desenfrenado estilo de vida, ¿le cuesta conciliar la vida de pareja y sus obligaciones como abuelo con el trabajo?

—No, lo he llevado siempre muy bien. Mis hijos y mi mujer están acostumbrados desde que me conocieron. Ellos saben mi estilo de vida y se han adaptado a ello. Aun así le diré que tengo mis días y meses de vacaciones. Nosotros hacemos vida familiar normal, solo que yo en vez de ir a una oficina a trabajar, me voy a un concierto. Ellos me han ayudado muchísimo.

¿Cómo ha ido conectando con las nuevas generaciones?

—Para empezar, siendo el mejor amigo de los amigos de mis hijos. Eso ya es un buen comienzo. Después es el mismo público el que te va eligiendo y en mis conciertos se puede ver gente de todas las edades.

La música ha cambiado mucho desde los inicios de su carrera hasta hoy, ¿qué balance hace de todos estos años?

—Pues mire, antes era mucho más difícil. Era una heroicidad. No teníamos materiales prácticamente. La costumbre mía de cantar sin micrófono viene de cuando yo tenía 17 años. La microfonía era tan mala que yo me iba alejando del micro e iba testando a ver si el público me oía sin él. Me escuchaban de muy lejos y empecé a cantar sin micrófono para no tener que soportar los sonidos de verbena. Hoy es más fácil y agradable para todos.

Si tuviese que quedarse con una canción para definir su vida, ¿cuál sería?

—Pues una que no es mía precisamente. Sería Quizás, que creo que define mi forma de ser. Tengo tanto en la vida que no me puedo quejar de nada.

Está claro que usted ha sido un afortunado...

—Sí, pero no por el dinero. Soy afortunado porque tengo éxito en aquello que me gusta. Yo me voy a trabajar como si me fuese de fiesta. Y eso es una suerte. Un concierto de dos horas y media es muy duro y si no lo haces con pasión y por gusto tiene que ser un martirio.

¿Cuál es la mayor mentira que ha tenido que decir?

—Yo trato de no mentir porque me van a coger enseguida y lo hago muy mal. Con la verdad se va a todas partes y no tiene por qué molestar a nadie, siempre con respeto, pero diciendo tu verdad.

¿Suele mirar al pasado?

—No, y mira que yo puedo mirar, ¿eh?. Nunca he sido un nostálgico. No pienso ni en el hoy, miro al mañana. Incluso escribí un libro, ¿Y mañana qué?. Esa es mi verdadera forma de vivir.

Y de ese futuro del que habla, ¿qué podemos esperar de usted?

—Tengo dos discos en cartera y, además, voy a estar mucho en documentales. Ahora mismo estoy mucho tiempo siendo filmado y de aquí a final de año va a haber cosas importantes que van a ir saliendo.