Maria Pastor, Bel Busquets, Xisco Bonnin y Miquel Brunet, este martes en Palma durante la presentación del proyecto de restauración. | Teresa Ayuga

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Tras varios años de trabajo de recuperación, el Arxiu del So i de la Imatge y la Filmoteca Española pueden decir que lo han conseguido. El largometraje El jefe político se estrenará a nivel mundial el 1 de agosto, clausurando la 11 edición del Atlàntida Mallorca Film Fest.

La película del cineasta francés André Hugon, rodada en 1925, ha adquirido gran relevancia para el cine balear debido a que la mayor parte de la acción transcurre en la Isla, como admite la consellera de Cultura del Consell, Bel Busquets, «es muy importante para nosotros porque está rodada en Mallorca».

Asimismo, sorprende la trama de la cinta, considerada una de las primeras producciones incluidas dentro del género político, antes de que directores como Francesco Rosi o Costa-Gavras lo pusieran de moda en la década de los cincuenta y sesenta. Y es que El jefe político se refiere sin rodeos a la situación política española anterior a la dictadura de Primo de Rivera a través de una fábula que esconde varios personajes reales del momento. Así, Busquets explica que la cinta habla de «caciquismo, de corrupción y de la relación entre la política y los poderes económicos», lo que podría trazar sorprendentes paralelismo con el presente.

Además, la presentación del filme contará con la actuación en directo del pianista y compositor Miquel Brunet, encargado de sonorizar la producción, quien confiesa la complejidad del asunto «poner música a una película muda es un reto». Sin embargo, Brunet ha sabido reforzar la historia aún manteniendo la conexión con el cine cosmopolita de los años 20. Para ello, ha utilizado instrumentos de esa época como el piano Steinway Grand Modelo D.274, habitual en el cine no sonoro, y el Theremin Moog, usado «en las escenas más trágicas». Este último está considerado uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos, inventado a comienzos de los 20, que se controla sin necesidad de contacto físico del intérprete.

De esta manera, Brunet pretende mantener el tono de «amargura» de El jefe político, una película que demuestra que los problemas de la sociedad de los años 20, como la corrupción, siguen presentes.