Antoni Marimon Riutort advierte que este libro no es el resultado de su afición por los cómics, aunque, naturalmente, eso influye en su sensibilidad. | Jaume Morey

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El reputado historiador, investigador y docente Antoni Marimon Riutort (Son Sardina, 1965) confiesa que, desde que tiene uso de razón, siempre le han apasionado la Historia y el mundo de los cómics. Dos formas de contar historias, aunque, como advierte Marimon, «naturalmente la Historia siempre quiere reflejar la realidad, mientras que en el cómic, como la literatura o el cine, hay margen para la imaginación y la creatividad». Ahora, el prolífico autor de estudios y ensayos, publica el libro D’Astèrix a Tintín. La difusió del còmic francobelga a través de l’Editorial Bruguera (1967-1986), que presentará el próximo 15 de julio en Can Alcover, a las 19.30 horas.

El volumen, que cuenta con un prólogo de Carles Santana i Torres, catedrático de Història Contemporània de la Universitat de Barcelona, surge de un proyecto de investigación de Marimon sobre las relaciones internacionales y lo que llega del exterior en una España bajo una dictadura. «En los años 60 y 70, a pesar de que todavía permanecía el régimen franquista de los 40, este no podía estar al margen de las grandes corrientes del mundo, de Hollywood, de las ideas políticas y económicas, ni tampoco de los cómics», señala Marimon.

Iconos

En este ensayo, el historiador analiza cómo el mundo francófono fue capaz de crear algunos de los iconos más populares de la moderna cultura de masas, con personajes tan míticos como Astérix, Tintín, Lucky Luke, Los Pitufos o Espirú. Además, Marimon se centra en la Editorial Bruguera, que fue el sello –desaparecido en 1986– que más difundió estos cómics.

«Bruguera contaba con varias revistas de cómics diferentes, llegando a increíbles tiradas, unos 250.000 ejemplares a la semana. Sin embargo, había esa especie de leyenda negra en contra de estas publicaciones, que se consideraban propias de la subcultura, sin reconocimiento intelectual ni académico. Pero fue precisamente en los 60 cuando, por primera vez, se empieza a ver el cómic con otros ojos, como un lenguaje nuevo y de interés digno de estudiar. Entre estas personas estaba Terenci Moix», cuenta.

Marimon recuerda ese cambio con una anécdota: «Debía de estar en primero de Primaria cuando un profesor me incautó un cómic. No estaba bien visto. En cambio, ya en sexto o séptimo, en torno a 1977, un profesor me recomendó que leyera a Astérix, sin duda la punta de lanza del desembarco y el de más éxito, todo un fenómeno mediático».

En este sentido, Marimon comenta que «Tintín es, históricamente, anterior a Astérix y, de hecho, es el primer personaje francobelga, aparecido en 1929, pero, en el caso de Bruguera, fue Astérix el que tuvo éxito y fue a partir de entonces que explotó la cantera francobelga y publicó muchísimos más personajes».

A estas alturas del siglo XXI, Marimon critica que todavía se tenga que defender la importancia de los cómics, pues son muchos los que los «menosprecian» y lo atribuyen a algo «menor» e «infantil». «Y la verdad es que hay cómics para todos los públicos, algo que Francia ha entendido muy bien, pero España no», compara.

Asimismo, el investigador destaca la envergadura de que Bruguera publicara a Astérix en catalán, especialmente en esa época histórica. A su vez, Marimon avisa de que «la mayoría de libros sobre la historia del cómic están en castellano y, lamentablemente, también tenemos que demostrar que el catalán se puede usar para estudiar cualquier tema».

Ásterix, en Bruguera gracias a Víctor Mora

Uno de los descubrimientos más sorprendentes para Marimon es que fue gracias a Víctor Mora, guionista de Capitán Trueno, que el cómic francobelga desembarcó en la Editorial Bruguera y, con ello, Astérix en España. «Era comunista y tuvo que exiliarse a París y fue desde allí que envió la revista Pilote a la familia Bruguera. Pensaban que Astérix no calaría en España, pero fue todo un éxito, como ya sabemos», cuenta.