Cartel de la canción ‘Dulce y bautizada’, de la performer y cantante Samanhta Hudson. | Redacción Cultura

TW
0

En ocasiones no es demasiado fácil saber quiénes o cómo somos. La idea de una identidad clara y perfectamente definida pertenece más al mundo arquetípico de la ficción o de un pasado más o menos remoto, de concepciones más estancas. La realidad, ella toda, se nos muestra a través de dudas, descubrimientos y sorpresas. A través del asombro. Por ello, lo último que se necesita es sumar más presión externa a esa búsqueda de nosotros mismos porque ya tenemos suficiente con encontrarnos. Este lunes, el Día del Orgullo, es una jornada para celebrar que algunas losas externas, por fin, han desaparecido, pero también para denunciar que todavía quedan. Por esa razón, para fijarnos en esa ruptura de tabúes, reflejémonos en la cultura, divino tesoro, para gritar con orgullo que cada uno es, ni más ni menos, como es. Y que está bien que así sea porque si todos fuéramos exactamente iguales, el mundo sería bastante más aburrido.

La literatura es la más exquisita de las artes humanas. Como tal, muy tempranamente se vieron los tipos de amor y relaciones. Ya Aquiles y Patroclo son ejemplo de ello en la Ilíada de Homero o lo es Safo, uno de los principales iconos del lesbianismo. Por otro lado, El Satirición, de Petronio, es una de las primeras obras que tratan la homosexualidad de manera abierta. Más próximos a la actualidad son obras como Orlando, de Virginia Woolf, El precio de la sal, de Patricia Highsmith –bajo el seudónimo de Claire Morgan– o Zezé, de Ángeles Vicente de 1909, la primera novela que trata una relación lésbica española. Lluís Llach en Memoria de unos ojos pintados es otro gran ejemplo, aunque un referente obvio sería Lorca, protagonista de la nueva obra de Ilu Ros, Federico. Más cerca, Sebastià Portell es autor de la primera antología LGTB catalana, Amors sense casa.

Cine y televisión son de los mayores núcleos para reflejar conquistas históricas y culturales del colectivo LGTBIQ. Maricón perdido, de Bob Pop, es el último ejemplo de una lista larga de títulos donde aparecen personajes como Eric, de Sex Education, la innovadora pareja de Tara y Willow en Buffy, cazavampiros, Mauri y Fer en Aquí no hay quien viva o la reivindicativa Veneno, de los ‘Javis’ con Lara Martorell.

Cine

Desde Muchachas de uniforme, la primera película lésbica de la hisotria hasta la aclamada La vida de Adéle hay un sinfín de personajes como los de La soga de Hitchcock, los inolvidables dúos de Brokeback Mountain o Call me by your name, las propuestas de Almodóvar, como su reciente Dolor y gloria, y las impagables La chica danesa o Retrato de una mujer en llamas. La MostraOut!, que se celebra del 7 al 12 de septiembre en la Isla, es una gran oportunidad para encontrar joyas como Taekwondo, de Marco Berger.

Fotograma de ‘Maricón perdido’, la serie del escritor Bob Pop.

Otro ejemplo cinéfilo, y musical, es Samanhta Hudson, que cuenta con el filme de Joan Porcel y, a su vez, con su propia propuesta musical. Artistas como Freddie Mercury son iconos inmortales en los que se fijan muchísimas sensibilidades. Los más coetáneos, como Alaska, La Terremoto, Sam Smith, o los locales Jordi Maranges y Baaldo, también crean por un mundo más igualitario. Y si bien la música no tiene orientación, su capacidad de expresión sí. Y desde esa libertad creadora se alza la voz, acompañada de notas, para proclamar, con orgullo, la libertad de ser tal y como uno es.