Andreu Aguiló, Niño de Elche, Albert Pinya y el alcalde, Tomeu Cifre, ayer en la inauguración. | Inca

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La iglesia del convento de Sant Domingo se ha convertido, desde ayer y hasta el próximo mes de octubre, en el escenario de una original propuesta de Albert Pinya. Se trata de una exposición en la que Pinya reflexiona sobre la pintura, «pero desde una perspectiva de la escultura y el sonido».

Aquí es cuando entra en juego el conocido artista Niño de Elche que, por primera vez, pone voz a los personajes de Pinya. «Siempre he pensado que su voz podría ser perfectamente una escultura», afirmó Pinya a Ultima Hora. Así, Niño de Elche y Pinya han creado un tema inédito de diez minutos que se convierte en un «paisaje sonoro» que envuelve al espectador y en el que los universos de ambos creadores comulgan «en estado puro». «La intención era crear un nuevo espacio, un cubo blanco dentro del propio espacio del Convent» que también representa una «sala aislamiento». El planteamiento, contó Pinya, era también generar una escenografía con una serie de artefactos, de ahí el título, en el que «mi pintura se expandiera».

En cuanto a la segunda parte del título, vocablos, Pinya recordó que está pendiente de publicar un catálogo con textos de tres pintores, antecesores de su generación, que son Rafa Forteza, Pep Girbent y Nicholas Woods. Además, también habrá aportaciones del propio Niño de Elche y de Agustín Fernández Mallo.

Finalmente, la tercera, niños, además de la broma con el nombre del músico, se refiere al universo marca de la casa de Pinya. «Los artefactos o personajes son como diferentes formas geométricas que invitan a un viaje a la infancia, porque son las típicas piezas de puzzle con las que los niños juegan y construyen. Siempre he dicho que mi mirada es la de un niño que pinta», concluyó Pinya.