La editora y traductora Maria Bohigas, este domingo. | Jaume Morey

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Club Editor es una de los sellos imprescindibles de la literatura en catalán. Dirige el proyecto la también traductora Maria Bohigas Sales (París, 1969), ganadora del Premi Nacional de Cultura 2019, que adquirió la editorial en 2005, una aventura que emprendió Xavier Benguerel y su abuelo, Joan Sales, autor de Incerta glòria, que Agustí Villaronga llevaría al cine en 2017. La editora participó este domingo en la Fira del Llibre de Palma con una conversación con el escritor Guillem Frontera, colaborador de Ultima Hora. Su novela Sicília sense morts, publicada en 2015 por Club Editor, se convertirá en una serie de televisión producida por IB3 en colaboración con Nova Producciones.

En la web se presentan como una «indie de 60 años». ¿Es algo excepcional ser un sello independiente?
— Lo excepcional es ser independiente al cabo de los años, pues la inmensa mayoría de las editoriales nacen así, vinculadas a sueños o locuras de algún particular. Continuar así veinte o cuarenta años es otra cuestión; es un ejercicio intenso y de larga duración. Cuando un sello independiente va bien es cuando hay la tentación de ser adquirido por un grupo y, según en qué momento de la vida te llega piensas que sí, por que no tienes tantas ganas de llevar tanto peso. Es una decisión comprensible. ¿Tiene mérito o un valor particular obstinarse a ser independiente? El mérito real es que es la única manera de trabajar como realmente crees que tiene que ser.

¿A usted le tanteó algún grupo?
— No. En Club Editor somos cuatro e intentamos que los que entran a formar parte del equipo tengan un papel de decisión importante para que así puedas apoyarte en ellos y dar protagonismo a los que llegan con una energía y un proyecto propio. Y como además no nos callamos esto y, en este sentido, nos enorgullece ser un sello independiente, ningún grupo nos ha venido a hacer el canto de la sirena porque está claro que no somos muy sensibles a él.

¿Cómo estaba el sector editorial cuando adquirió Club Editor?
— La edición en catalán vivía un momento muy triste porque muchos proyectos que habían tenido un gran impuso en los años noventa habían sido adquiridos por grupos, perdiendo así su carácter propio y la voluntad de aportar alguna cosa más que un catálogo consistente. Pienso en La Magrana o Empúries, pero hay muchas. De hecho, nos asociamos con Edicions de 1984 porque consideramos que tenía esa ambición literaria. Eso duró hasta 2012.

En 2007 explotó otra crisis y ahora vivimos otra, aunque ésta es diferente.
— Esa primera crisis financiera nos afectó a todos, pero esta es como una especie de estiuet de Sant Martí para nosotros, ya que con el confinamiento la gente perdió su vida social y tuvieron que quedarse en casa y muchos se pusieron a leer. Los editores hemos sido lo s más beneficiados y protegidos, pero ya veremos cuando pasen todas las ayudas y los ERTE.

¿Le preocupa que se lea poco?
— Me preocupa más qué se hace en la escuela con los niños, a los que no se enseña a desarrollar su conciencia, a expresarse. La escuela es un vehículo de una ideología terrible. Por otra parte, tenemos que aceptar que los lectores de literatura son una minoría absoluta desde siempre y creo que hay muchas maneras de vivir y de dedicar tu tiempo y todas son válidas. Lo que sí me parece problemático es que los que tienen poder de decisión tengan una cultura reflexiva muy reducida. Que la gente que nos gobierna sea ignorante y no lea es un drama y lo estamos pagando muy caro.

Guillem Frontera comparte sección con Eva Baltasar en su web, titulada Joves i sàdics.
— Lo de Eva Baltasar ha sido un auténtico fenómeno. Recuerdo que le envié el texto a Guillem para que opinara, pues también es un gran lector, y ya coincidió conmigo en que Eva llegaría muy lejos.

Reeditan Tyrannosaurus, de Guillem Frontera, una novela todavía muy necesaria.
— Es un caso que me tiene intrigada, porque se publicó años después de escribirla, en 1977, porque sufrió la censura, algo que Guillem explica en el epílogo de la nueva edición. En ese momento, era un autor joven, muy respetado y querido en la Isla, pero no tuvo repercusión. Ahora, en 2020, la recuperamos y otra vez silencio. Eso me hace pensar que tal vez los mallorquines tengan un problema con el tema de los abusos sexuales a niños por parte de la Iglesia.

Están trabajando en la adaptación de Sicília sense morts a una serie de televisión.
— Es una gran alegría. Es un retrato satírico, paródico y lúcido de lo que pasaba en Mallorca, pero que puede extrapolarse a otros lugares. Ojalá un día se haga una serie de Tyrannosaurus.