Camí de Lluc, última parada. La exposición de escultura y obra pictórica de Joan Bennàssar inaugurada ayer es la última fase de la serie ‘Camí de Lluc. Refugis d’amor i oferiment’ con la que el artista recorre escenarios de Inca, Selva, Caimari y Escorca con un trabajo que apela a la fuerza de la convivencia y el esfuerzo compartido. | Lola Olmo

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Joan Bennàssar ha culimnado este domingo su particular peregrinaje hasta el centro espiritual de Mallorca con la última fase de su exposición Camí de Lluc. Refugis d’amor i oferiment, que comienza en Inca y continúa en Selva y Caimari, hasta llegar al Santuario de Lluc.

El artista estuvo acompañado en la inauguración por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull; el prior de Lluc, Marià Gastalver; los alcaldes de Pollença, Selva y Escorca, Tomeu Cifre, Joan Rotger y Antoni Solivellas, respectivamente, además del concejal de Inca Andreu Caballero.

El artista, con el obispo, el prior, alcaldes y concejales.

La Orquestra de Cambra de la Escolania de Lluc ofreció un recital de música barroca en el Acolliment, a salvo de la lluvia intermitente de la mañana.
Una obra con alma

El Obispo expresó su satisfacción por el resultado de la integración de las esculturas con el entorno del Santuario. «A medida que la gente realiza el Camí de Lluc se va encontrando estatuas que tienen alma, porque alguien les ha dado vida». Joan Bennàssar, por su parte, reiteró su satisfacción por el resultado de esta iniciativa de colaboración «que comenzó en Pollença antes del inicio de la pandemia, pero que ha cobrado aún más sentido con la irrupción de ésta».

Las esculturas de gran formato del artista dan la bienvenida a todos aquellos que atraviesan los jardines de Lluc, pasando por la simbólica fuente y cruzando la Plaça dels Pelegrins; también hay algunas piezas en el renovado jardín naturalista, mientras que un conjunto de bustos se asoman a la Plaça del Lledoner y marcan el inicio del Camí dels Misteris. En cada rincón de Lluc, alguna de las esculturas invita a la reflexión.