De izquierda a derecha, Johann Nowak y los artistas Francesca Martí y Gary Hill. | M. À. Cañellas

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El idílico Valle de los Naranjos de Sóller, rodeado por las imponentes cumbres de la Serra, es el hogar de Francesca Martí, la artista que vive a medio camino entre Mallorca, Holanda y Estocolmo. Martí ha decidido abrir estos días las puertas de su hogar, y de su estudio, al reconocido artista estadounidense Gary Hill, considerado uno de los padres fundacionales del vídeo arte, y del galerista alemán Johann Nowak, responsable del espacio DNA de Berlín. Juntos trabajan y trabajarán codo con codo para una instalación que, si todo va como debería, se celebrará en las bodegas de Son Mayol a finales de junio.

Martí, que también en el mes de mayo llevará a cabo una importante performance en Estocolmo en colaboración con el Ministerio de Exteriores e importantes nombres, suma en esta ocasión su genio artístico al de Gary Hill. En sus décadas de experiencia, Gary cuenta con un sinfín de exposiciones individuales y colectivas así como con varias distinciones de renombre como una beca MacArthur en 1998. En Linguistic Spill in the Boiler Hall, una de sus más recientes propuestas llevada a cabo en Lisboa en 2018, un total de 38 proyectores dieron vida con imágenes en movimiento al interior de una sala de calderas en el Museo de Arte Moderno de Belém.

Esto da una idea de lo que Hill propondrá para la ocasión en Mallorca, aunque confiesa que «todavía no he visto el espacio y trabajaré sobre él». Nowak, el comisario, adelanta, no obstante, que «será algo único» y junto a Martí avanza que «habrá proyecciones sobre los mismos barriles, incluso en sus interiores». Nowak, a su vez, explica que la idea «era celebrar este evento en noviembre, pero vimos que era inviable por las restricciones y las medidas de seguridad». Esta circunstancia ha hecho que ahora «vayamos más al día, sin saber realmente qué va a pasar».

Sorpresas

Este eco incierto ante el porvenir tiene su reflejo en la forma de trabajar del propio Gary, que aguarda a saber qué dimensiones tiene el espacio para concretar más su propuesta, aunque sí avanza que será «inquietante» y «podrá sorprender y sorprenderme». Novak, de hecho, aprovecha la charla y la tranquilidad entre los naranjos que rodean la estancia para dejarse llevar y reflexionar sobre el futuro del mercado del arte, como galerista que es, y sugiere que: «La gente tiene miedo de pagar miles de euros por una obra de arte y las galerías están más vacías por lo que cuando el espectador se encuentra solo, mirando una obra, se pregunta si debería pagar tanto por ella».

Un tema sobre el que Gary y él han discutido largo y tendido en la década que hace que se conocen, a juzgar por las miradas y los gestos, pero que una vez más retrotrae al presente convulso que vivimos y que hace que Gary se cuestione «la necesidad que hay realmente de que crear y vender vayan de la mano».

Otra consecuencia de nuestro mundo es la inevitable conectividad, multiplicada si cabe, en la que nos encontramos, que facilita «las conexiones entre artistas», como explica Nowak al tiempo que explica que «hemos hablado con gente local como Imma Prieto, de Es Baluard, y con artistas chinos para llevar a cabo esta exhibición», dando peso al componente unificador del arte y, además, poniendo de relieve «el valor de Mallorca como lugar de encuentro». Algo que Martí, como anfitriona de excepción, celebra con un brindis de zumo de naranja recién exprimida y el «encanto de tener aquí a uno de los 10 mejores videoartistas del mundo».