Júlia y Lluïsa Febrer, posando para este artículo. | Pilar Pellicer

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En 2015, las hermanas Lluïsa y Júlia Febrer se tuvieron que separar porque la mayor, Lluïsa (Sant Joan, 1995), se fue a estudiar Bellas Artes a Barcelona y «la familia de cuatro se redujo a tres». Entonces, a pesar de que el uso del WhatsApp ya se había generalizado, como ellas mismas apuntan, Júlia (Sant Joan, 1998) decidió empezar a enviar cartas a su hermana para expresar sus «sentimientos» o, simplemente, para contarle sus «problemas cotidianos».

Dos años después, las cartas eran más frecuentes y también estaban más trabajadas artísticamente. «A partir de 2017 eran más creativas y experimentales e incluso llegamos a superar el formato», señala Lluïsa. Ahora, las hermanas han decidido mostrar una selección de esta correspondencia «íntima» en una exposición en el taller y tienda de la diseñadora Antònia Camia en Felanitx (calle de la Plaça, 1). La inauguración será este domingo día 14, de 12.00 a 19.00 horas. Después podrá verse con cita previa, llamando al teléfono 636755559) y en horario habitual de la tienda hasta el 18 de abril.

Contenido

Así, entre las prendas de ropa y la máquina de coser de Antònia Camia, se exhibirá una selección de entre treinta y cuarenta cartas de las dos hermanas artistas –aunque ambas insisten en rechazar este término, al que le tienen «tirria»– y su interior, cuyo contenido incluye objetos tan variados como dibujos, poemas, recetas de cocina, retales de periódico, una ramita de árbol, una mosca muerta o un huevo de perdiz en una caja de cerillas.

Además, también se mostrarán dos cráneos de cabra que Lluïsa ha dibujado y pintado con la meticulosidad que tanto caracteriza su manera de trabajar. Ante esta suerte de elementos, las hermanas destacan la complicidad y el «cariño» de los carteros, ya que «muchas veces no cabían por la persiana o carecían de sello oficial».

Lenguaje propio

«Nos entendemos sin que hagan falta palabras. Hemos ido desarrollando este lenguaje nuestro a lo largo de los años. Por ejemplo, Júlia me envió una mosca muerta y yo interpreté que, o bien me quería gastar una broma y que me riera porque yo estaba pasando un mal momento o bien que ella se sentía mal por algo que le había pasado», detalla Llüisa.

Por su parte, Júlia, que está estudiando un grado superior de Escultura en la Escola Massana de Barcelona, cuenta que «con esta exposición nos abrimos en canal, nos hemos vaciado, pues son cartas creadas para uso privado y no para mostrar nuestras miserias, nosotras lo canalizamos de esta manera», admite.

Sobre la distribución y exposición de las piezas en el taller de Antònia Camia, ha sido Bernat S’Esmolador el que se ha ocupado de este reto que es «adaptar el proyecto al espacio» y de «reflejar la atmósfera de intimidad» entre las hermanas. «No me parecía bien que nos limitáramos a enmarcar las cartas y los objetos de su interior como si fueran cuadros corrientes, porque son piezas muy personales y su exhibición tiene que serlo», justifica. De hecho, también fue Bernat S’Esmolador el que propuso hacerlo en el taller y tienda de Antònia Camia, un lugar que ya conocía, pues fue allí donde en enero de 2020 inauguró una «exposición in vitro». Se trata de un formato creado por Camia que consiste en una exhibición artística dentro de una vitrina que tiene en su taller, en una especie de alcoba o vestidor antiguo.

Antes de hacerlo en Felanitx, donde abrió el local hace un año, también llevó a cabo esta iniciativa en su taller en Palma, que estaba ubicado en la calle Pelleteria. Por sus diferentes vitrinas han pasado artistas como Rafel Joan, Clara Ingold, Jaume Salvadiego o Alícia Ramis.

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Equipo artístico. De izquierda a derecha: Júlia Febrer, Lluïsa Febrer, Bernat S’Esmolador y Antònia Camia, posaron en el taller y tienda de Camia en Felanitx, donde se podrá ver esta original exposición hasta el próximo 18 de abril.