Una de las imágenes que Miss Beige publica en redes, titulada ‘Olímpicamente’.

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En redes se la conoce como Miss Beige, la heroína antiselfie que se opone a los cánones establecidos de una gran cantidad de vertientes como la belleza, la conducta o la vestimenta, siempre con su martillo en el bolso. En la calle, es Ana Esmith, artista que alza la voz tras la monocromática ropa de Miss Beige –quien no necesita hablar para decir mucho– y que ayer acudió a los Encuentros del CaixaForum para hablar de la dimensión teórica y personal que la vincula al personaje. Uno que con sus contundentes imágenes, lo dice todo con su mirada mientras calla con la boca.

Miss Beige es la heroína anticanónica, pero ¿a qué se opone?
— A los cánones que son narcisistas y con los que hemos creado esta sociedad. Son los que hacen que, por ejemplo, la mujer no se sienta libre. Pero no solo de belleza, sino también de conducta, lanzando preguntas para que el espectador se cuestione cosas, porque esa es la labor del arte.

¿Las situaciones derivadas de la pandemia le han dado mucho donde nutrirse de temáticas?
— La pandemia nos ha dado una lección en cuanto a que ha llegado el momento de parar y reflexionar. Mi serie se llamaba Taking the streets, que habla de recuperar las calles que es donde ocurre y ocurrirá todo, y por lo que ha pasado nos hemos dado cuenta de que sin las calles estamos completamente huérfanos.

¿Cómo ve las redes sociales en las que triunfa Miss Beige?
— Las redes son una exhibición de ver quién tiene la casa más bonita y la cena más alucinante. La gente comparte su lista de Spotify, como si eso le importara a alguien. Me da cierta ternura porque demuestra la necesidad de comunicarnos que todos tenemos. Lo que me preocupa es que la gente tiende a subir una parte de ellos para sentirse bien aunque estén hechos polvo y conviertan esto en una fantasía para recibir la aprobación de los demás.

¿Cómo lucha Miss Beige contra esa situación tan cotidiana?
— Subiendo las fotos del tipo ‘eso no se puede subir a las redes’. Si no ponemos esas barreras, tanto filtro o tanta perfección, las redes se volverían más interesantes porque veríamos a seres humanos.

¿Son peligrosas las redes?
— No son malas en sí, lo que importa es el uso que le demos. El ser humano es muy variado, como el hombre este que ha salido hace poco diciendo que habría que matar a 26 millones de personas. Lo dice en medio de una pandemia y se queda tan ancho. Con una barbaridad así, al final, te tienes que reír. Por eso creo que si tienes una voz pública en redes también tienes una responsabilidad. Me parece lamentable, por ejemplo, lo de Miguel Bosé. Puedes pensar lo que sea, pero no tienes por qué arrastrar a la gente contigo.

¿De ahí la importancia del humor en sus publicaciones?
— El humor es importantísimo y es lo que nos salva de mensajes como el de los 26 millones de personas. Pero no lo uso porque a Miss Beige le pegue más, sino que es porque yo soy así. Al fin y al cabo encarno yo al personaje y tiene lo mejor y lo peor de mí. Es mi criatura y yo uso el humor como antídoto para todo.

¿Hay fronteras entre Miss Beige y Ana Esmith?
— Sí que las hay, pero me gusta juntar las dos cosas. Me encanta juntar realidad y ficción y lo bueno de la performance es que no sabes dónde están los límites porque no hay reglas. Al no saber hasta dónde vas a poder llegar es maravilloso dar esos pasos. A mí me encanta la cotidianidad, pero es verdad que el exceso de realidad endurece las cosas, y si podemos meterle un poco de fantasía es mejor. Y siempre con humor, de lo que nunca te puedes quedar corto porque nunca hace daño.