Albert Pinya en su estudio de Palma. | Jaume Morey

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Albert Pinya (Palma, 1985) pertenece a una generación que ha configurado su personalidad creativa en un contexto de crisis, primero con la de 2008 y ahora en plena pandemia. Este pintor y escultor no se conforma con el orden establecido, está siempre en constante «transformación» y, como él mismo confiesa: «Donde me siento más cómodo es en la inmundicia». Toda una declaración de intenciones que se plasma ahora en su segundo monográfico, titulado Muladar –que se podría traducir como ‘estercolero’–, editado por el sello Adia Edicions que comanda Pau Vadell. El volumen se articula a partir de una selección de diez proyectos, realizados entre los años 2014 y 2019, que van de la mano de «pequeños ensayos» de poetas, historiadores o críticos de arte, quienes reflexionan sobre su universo creativo. Lo presentará el 16 de diciembre, a las 19.00 horas, en Can Balaguer de Palma.

Pinya define Muladar como «una especie de radiografía en torno a una selección de diez proyectos hechos en los últimos siete años» con un hilo conductor claro: «La mirada de los críticos y la mirada de los escritores, que con sus textos interactúan con cada uno de esos proyectos como si fueran ‘microensayos’». Con ese punto de partida, el creador indaga en una reflexión sobre «las inquietudes y las incógnitas de los paradigmas que busca mi obra, que siempre se está transformando», detalla Pinya desde su estudio palmesano. Con Muladar, «juego con la idea de irme hacia lo desconocido, de no conformarme con las fórmulas que ya conocía y, sobre todo, quiero reafirmar otros métodos y procesos», sostiene.

Edición

En Muladar, Albert Pinya colabora de nuevo con Pau Vadell y su sello Adia Edicions, asentada en Calonge (Santanyí), con quien ya publicó su primera monografía, Agropower (2017). «Es mi editorial fetiche, por eso era evidente que en esta segunda monografía Pau debía ser el máximo responsable de la edición», confiesa. Sobre todo, porque «en los tiempos que corren, los de la ‘tecnobarbarie’ y la contrarevolución digital, la idea de apostar y querer publicar con Adia en un momento como éste, en el que el papel y los libros están casi mal vistos, demuestra que es un gran ejemplo de heroicidad, de valentía, de respeto y de amor por la cultura».

Muladar se abre con un prólogo del crítico y comisario Enrique Juncosa, y se cierra con un epílogo de Agustín Fernández-Mallo. En su interior, junto a la obra de Pinya conviven esos pequeños relatos que escriben «personas con las que en algún momento he colaborado», palabras escritas por aquellos que «van más allá, con una obra cuya herramienta es la palabra». Sus nombres son Rossella Farinotti, Joan Miquel Oliver, Jaume Munar, Pilar Rubí, Gianluca Ranzi, Marcos Torío, Sofía Moisés, Jaume C. Pons Alorda, Emili Sánchez-Rubio, Alberto Zanchetta y Lucia Pietrelli; ésta última, además, acaba de alzarse con el Premi Lletra d’Or por su poemario Lítica, «es una genial coincidencia y un orgullo», confiesa. En la presentación de Muladar, que será en apenas dos semanas en el citado casal Can Balaguer de Ciutat, Pinya estará acompañado por Pau Vadell y el poeta Jaume Munar.

El lanzamiento de Muladar, así como su concepción y desarrollo, coincide con un tiempo «raro», el del coronavirus. «Debo reconocer que este libro se ha podido gestar con mayor rapidez gracias al tiempo en el que estuvimos confinados». Pese a ello, sí que ha visto como algunas de sus exposiciones previstas para este año se han visto canceladas o aplazadas al próximo 2021. «Fue un momento súper oportuno para avanzar toda esta historia; a mí me excita mucho el contexto que estamos viviendo ahora, no lo veo con ese miedo que nos hace débiles, esta situación debería motivarnos más para desarrollar el ingenio y seguir reinventándonos constantemente». Así es, sobre todo, «para los artistas de mi generación, que hemos forjado nuestras carreras en contextos de crisis y decadencia», matiza.

Otra figura imprescindible para Pinya en Muladar es su padre, fallecido este año. Está dedicado a él. «La pérdida y la ausencia de mi padre han hecho que él viva dentro de mí, soy su mirada y su memoria. Todo mi trabajo será una especie de canto encubierto a mi padre, es una manera de seguir en contacto con él, que antes vivía conmigo y ahora vive dentro de mí», concluye.