Rafel Nadal, posando para esta entrevista.

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A pesar de llamarse igual que el mejor tenista español de todos los tiempos, pocos son los que no conocen al Rafel Nadal (Girona, 1954) escritor y periodista. El que fuera director de El Periódico de Catalunya (2006-2010) puede presumir de haber ganado el Premi Josep Pla o el Ramon Llull. Mañana, a las 13.00 horas, presentará su último libro, Mar d’estiu. Una memòria mediterrània (Univers) en la Setmana del Llibre en Català, en La Misericòrdia.

Mar d’estiu es un libro que pide ser leído en verano, pero en pleno noviembre también se puede disfrutar.
— El libro es una gran ventana a este mar, primero de recuerdos de infancia y adolescencia, pero también de sueños de todos los veranos que todavía nos quedan por vivir, los libros que leeremos y los manjares por degustar. Teniendo en cuenta que hemos pasado un verano a medias y hemos estado tantos meses encerrados, hay muchas ganas de que llegue el próximo verano. En este sentido, el libro sustituye el viaje físico que no podemos hacer.

Tenía que estar en librerías en marzo, pero por culpa del coronavirus no fue hasta mayo.
— Se tuvo que suspender todo y se quedó encerrado en el almacén. Se decidió sacarlo en mayo y creo que estuvo bien hacerlo, hicimos un gran esfuerzo de promoción y los libreros me lo agradecieron mucho porque me decían que con el libro les había ayudado a levantar la persiana. Por ello, el Gremi de Llibreters de Catalunya me han distinguido con el Memorial Rodeja.

Hablando del coronavirus, ¿se ha gestionado bien esta crisis?
— Creo que, en general, ha habido caos en todas partes y muchas medidas que se han tomado tenían que tomarse, pero no se han explicado bien. Entiendo que ciertos sectores tuvieran que cerrar porque no hay nada peor que saturar el sistema sanitario, pero tendrían que haberse cerrado otorgando unas ayudas de forma simultánea. Toda la sociedad tendría que haber compartido un poco más el coste de la crisis.

Mar d’estiu es un cuaderno de viaje, son unas memorias, en él habla de gastronomía, de amor, de mitología... Son muchos libros en uno.
— Diría que es un libro de literatura pura, que quiere ofrecer el placer de la lectura, de la lengua, del ritmo, de la música. Su contenido es un canto a la vida, a la vida mediterránea. Técnicamente, podemos decir que es un libro de memorias, un cuaderno de viajes, un libro de cuentos por las historias que se narran y sus personajes o incluso un ensayo por las reflexiones finales, más políticas y filosóficas. Con todo, la voluntad básica era la de emocionar a la gente con los sabores y colores mediterráneos que te hacen descubrir cosas fantásticas y exóticas y, a la vez, que te hacen sentir como en casa.

El Mediterráneo también se ha convertido, por desgracia, en un cementerio.
— Sí, está el mar d’estiu pero también el mar d’hivern, el de las catástrofes naturales y tormentas, el de las guerras y el de las pateras. De todo esto he hablado en mis anteriores libros, como en Quan érem feliços, donde recuerdo a mi hermano, que se ahogó en la Fosca, o en El fill de l’italià donde se narra el naufragio de un barco de guerra por un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. Aquí quería hacer un libro diferente, sensual en todos los sentidos. Aunque está claro que un mar no existe sin el otro.

Tenía sentido que viniera a presentar este libro, aunque Mallorca sale poco en el libro.
— Tampoco salen, por ejemplo, ciudades tan importantes como Nápoles o Palermo, ni Valencia ni Palma, aunque el mar no se entiende sin estas urbes ni tampoco Sicilia o Creta. El lector mallorquín y catalán me lo perdonará, ya que están presentes permanentemente en la luz, el color, el sabor... Más adelante, en tres o cuatro años, espero sacar un libro donde Mallorca tenga más protagonismo. El pasado verano estuve en Formentera y Menorca y tengo muchas ganas de recorrer la Isla tranquilo, sin prisas, por el interior, volver a ir al Torrent de Pareis...

¿En qué está trabajando ahora?
— Estoy con lo que sería la tercera parte de Quan érem feliços, donde hago una crítica a mi generación y se produce el relevo generacional natural. En paralelo, estoy escribiendo otra novela que es muy diferente y, por lo tanto, me permite trabajar en ambos proyectos de forma simultánea.