La realizadora argentina afincada en Barcelona Luz Ruciello, en una imagen reciente.

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Un Quijote del cine. Así llaman a Omar José Borcard, un albañil que apenas tenía para comer pero que decidió construir solo, con sus propias manos, un cine para su pequeño pueblo, Villa Elisa, en la provincia argentina de Entre Ríos. Tardó cuatro años en poder abrir las puertas de este cine, al que le puso el nombre, muy cinematográfico, de Cinema Paradiso.

Omar estuvo diez años poniendo películas, pero su salud empeora y se ve obligado a mudarse. Esta historia tan particular y entrañable es la que cuenta la cineasta Luz Ruciello en su primer largometraje, Un cine en concreto, que se proyectará mañana en el Teatre de Manacor, con la presencia de la directora, con quien el público podrá charlar después del visionado en un coloquio que conducirá Sebastià Manresa. El acto está organizado por Cinemaclub 39 Escalons, Dones de Llevant y el Departament de Cultura del Ajuntament de Manacor, con el apoyo técnico del Teatre de Manacor.

«La gente en el pueblo lo conoce como ‘el loco del cine’, como ‘el Quijote del cine’, porque no tenía ni para comer pero se construyó un cine. Es una especie de obsesión para él, pero las películas que él proyecta en la sala no son de cine de autor para un público muy culto o cinéfilo, sino filmes para toda la familia, porque él lo que hace es atraer a la gente. Omar es una persona extremadamente humilde, ¡cuando vino a mi casa me preguntó si tenia agua caliente!», apunta Ruciello.

«Por todo esto digo siempre que Un cine en concreto no es un homenaje al cine, sino que me lo planteé como un homenaje a la pasión, porque va más allá del cine, es una lucha. El cine es el motor de esta persona, pero atrás hay un dar y recibir. Creó el cine como un refugio para dar y recibir amor, y eso viene de una carencia tapada por el cine», señala. «El documental va sobre él, sobre esta vida ejemplar y habla de la perseverancia. Es una persona que no tiene nada y aun así cumple un sueño. Eso hace que te mires en el espejo y reflexiones sobre tu vida, sobre las excusas que uno se pone por no hacer algo que quiere. Porque, al final, no hay excusas que valgan. Puedes tardar años en conseguirlo, pero si lo deseas con todo tu corazón, al final lo consigues».

Ruciello tardó nada más y nada menos que diez años en acabar la película, porque «pensaba que se terminaba pero justo pasaba algo que hacía que continuara la historia, procesos que iban a tardar». Sin embargo, todo este proceso ha valido la pena, pues la película ha sido seleccionada y premiada en más de una veintena de festivales internacionales, como el Miami Film Festival (Estados Unidos), Remcpmtres de Toulouse (Francia), Signes de Nuit (Italia), Festival Internacional de Mar del Plata (Argentina) o la Mostra de Cinema Llatinoamericà de Catalunya (Lleida).

Sobre el título de la cinta, Ruciello detalla que es un «juego de palabras, pues en Argentina ‘concreto’ se usa como sinónimo de ‘cemento’ y, al ser el protagonista un albañil, quería poner en relación lo etéreo y lo sólido, la fantasía en el cine y en la sala como material de construcción. La luz y sus partículas, que son las mismas en una sala de proyección que en una construcción».

Por otra parte, Ruciello denuncia que el productor de la película nominada al Oscar, Klaus, de Netflix, se puso en contacto con ella para hablar con el protagonista de su documental. Finalmente, resultó que la historia les interesó para hacer un anuncio sobre este filme. «Hay muchas maneras de contar una historia y ellos plagiaron la mía. Acudí a un abogado pero sabía que no ganariá nunca, pues se trata de Netflix, requería mucha energía y al final lo dejé pasar», afirma Ruciello, que acaba de estrenar el cortometraje Ezlekua, una «videodanza» que puede verse en Filmin.