Nando González, en una imagen promocional

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Nando González es un popular rostro televisivo, habitual de los escenarios teatrales y músico en continúa expansión. Si me nombras es la última entrega discográfica de este artista transversal nacido en Tánger, crecido en Málaga y madurado en Palma. Un trabajo en el que no busca palabras bonitas, simplemente las encuentra. Y éstas traen consigo hermosas metáforas que hablan con una franqueza casi impúdica sobre los espinosos caminos de la vida. González, que ahora triunfa con la serie Hernán de la plataforma Amazon Prime Video, se arrancó estas canciones de las tripas para exorcizar sus demonios, es su terapia y la quiere compartir con nosotros mañana en Shamrock Palma a las 21.00 horas, arropado por una banda de contrastada solvencia: Cristian Costantini (batería), Norbert Fimpel (saxo), Pep Estrada (bajo) y Marga Ros (coros).

¿Como vivió la pandemia?, ¿fue un período productivo para usted?
— Pues la verdad es que me pilló con un pequeño recién llegado al mundo. Fue providencial porque pude volcarme en su cuidado, aunque también hice varios conciertos online y compuse alguna canción.

Música, teatro, televisión... usted no para, ¿no echa de menos un poco de monotonía?
— La disfruto mucho cuando llega, pero ahora con el crío estoy completamente entregado a la causa paterna. Creo que con la vida que llevamos, a veces parar máquinas es difícil, estamos todos metidos en una constante huida hacia adelante. Personalmente, parar de vez en cuando me viene bien para componer, porque soy de los que necesitan silencio y quietud para crear.

¿Qué nuevas experiencias interpretativas le ha brindado la serie Hernán?
— Fueron tres intensos meses en México, un país que me encanta, y gracias a la serie pude conocer rincones en los que aún no había estado. Ahora tendríamos que haber empezado el rodaje de la segunda temporada, pero con la actual situación sanitaria se ha pospuesto hasta 2021.

¿Para cuándo nuevo material?
— En eso estoy, pero por circunstancias me veo obligado a posponerlo. Asumo que soy de ‘cocción lenta’, piensa que entre mi primer y segundo disco transcurrieron dieciséis años, pero esta vez no quiero tardar tanto.

¿En qué anda metido ahora?
— En la preparación del concierto, ensayando con la banda el estreno de nuevos temas.

En Si me nombras demuestra que estilos como el rock, el jazz o el bolero pueden congeniar, ¿cree que está más cerca del concepto musical que buscaba?
— A medida que pasan los años me doy cuenta que utilizo cualquier contexto musical en virtud de lo que quiero contar, sin ningún tipo de limitación.

Las relaciones sentimentales y las miserias del ser humano ocupan un espacio preponderante en sus canciones, ¿por qué nos gusta tanto regodearnos en el dolor?
— Depende de nuestro grado de masoquismo. Me guste o no es uno de los sustratos más inspiradores, de los que aportan mayor cantidad de material. Es una putada tener que estar jodido para entregar una buena obra.

Aunque se maneja con soltura en varios géneros, ¿con cuál se encuentra en casa?
— Siempre ha sido con el jazz y el rock mezclados con la armonía y riqueza rítmica de la música brasileña.

¿Le preocupa la situación que atraviesa la música en directo?
— Sí, esto atañe a mucha gente, a muchas familias. Si antes ya era complicado imagina ahora.

¿Qué día la ovación del publico le dejo petrificado?
— Diría que en la presentación del disco Si me nombras en el Teatre Principal, fue absolutamente emocionante.

¿Qué le relaja?
— El silencio y la paz que se respira en el campo o frente al mar.

¿De qué artistas fue fan durante sus años adolescentes?
— De muchos artistas de rock sinfónico y pop rock británico y americano, pero sobre todo destacaría a David Bowie.

¿Qué interprete le dejó sin palabras?
— Pedro Guerra, flipé en colores.

¿A quién habría que dar un premio urgentemente?
— A Stephen Sondheim, es el autor de mucho teatro musical. Es un autor total, firma el libreto, la música, los arreglos...

¿Cuál fue la última canción que le salvó la vida?
— Te diré dos: First circle, de Pat Metheny, y Stop this train, de John Mayer.