El músico catalán Jordi Savall, tocando su inseparable viola de gamba.

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El nombre de Jordi Savall es sinónimo de músicas. Así, en plural. Su incansable reivindicación por recuperar músicas olvidadas le ha llevado a recibir reconocimientos a una trayectoria paradójicamente larga teniendo en cuenta lo «efímero» de su arte. Otro compromiso, el suyo con la cultura, le impulsó a rechazar el Premio Nacional de Música en 2014 y le traerá el 5 de diciembre al Palacio de Congresos junto a su viola de gamba para rememorar el sonido de Todas las mañanas del mundo, cinta por la que logró un Premio César.

¿Es especial volver a Todas las mañanas del mundo?

—Siempre lo es porque es un programa lleno de piezas maravillosas, músicas poéticas y un equipo que es perfecto para combinar así el barroco.

¿Qué fue lo que le llamó la atención de la viola de gamba?

—Que descubrí músicas maravillosas a través de ella. La mayoría se tocaban con violoncelo, yo mismo las tocaba con él, pero gracias a la viola descubrí el patrimonio que Francia e Inglaterra tienen con ese instrumento y así empezó la aventura.

¿Hay un choque entre la juventud y la música antigua y clásica?

—En absoluto. Hoy en día, en el mundo de la clásica, hay muchos jóvenes porque los programas renacentistas tienen mucho swing y ritmo. Rítmicamente, son músicas fuertes e interesantes con gran cercanía a las populares y por eso tienen mucho gancho entre los jóvenes.

En 2014 renunció al Premio Nacional de Música por el trato de las instituciones a la cultura, ¿ha cambiado esa situación?

—La sociedad tiene claro que necesitamos la cultura. Necesitamos buen teatro, buen cine. Es fundamental para el espíritu y para resistir la situación que vivimos. A nivel institucional, sin embargo. No han entendido el valor del patrimonio musical español y la importancia de recuperarlo y difundirlo.

Usted mismo ha pasado la COVID-19, ¿ya se encuentra recuperado?

—Hace 10 días que soy negativo, pero han sido tres semanas de estar K.O. porque te quita todas las fuerzas. Por suerte no tengo mayores consecuencias.

¿Está ganando la música más valor en su capacidad de sanar por la pandemia?

—Siempre ha sido una fuente de curación mental e incluso física. Tiene un poder increíble, pero es importante que en momentos en los que se sufre, aunque la música puede aportarnos paz, lo que necesitamos es el amor de los que nos rodean y su cariño. La música viene después.