La artista, Susy Gómez, junto al traje de Clitemnestra. | Pere Bota

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En el teatro nada se deja al azar. Todo está meditado para asegurar una experiencia artística de primer nivel, y esta máxima se aplica a cada elemento sobre las tablas de la nueva obra de Agustí Villaronga, Clitemnestra, la casa dels noms. Desde la montaña de seis metros de colchones hasta las costuras de las vestimentas que caen sobre los protagonistas como losas pesadas llenas de carga y significado. De ello se ha cuidado con gusto la artista Susy Gómez, quien ha ideado el vestuario y el concepto escenográfico de la obra de Villaronga, en la que no deja puntada sin hilo y con quien ya trabajó en su cinta El ventre del mar, cuyo rodaje finalizó hace poco y que fue «una sorpresa muy bienvenida».

«Me he movido muy libremente», confiesa la artista que abandona momentáneamente la sastrería del Teatre Principal donde se estrenarán sus ropajes mañana a las 20.00 horas. Sobre el escenario podrán verse piezas que «el público conocerá y no les parecerán extraños aunque sí la forma de relacionarse entre ellos». Y es que Gómez ha tirado de varias tradiciones para su trabajo del cual sobresale el «vestido de ceremonias de Clitemnestra», interpretada por Núria Prims, inspirado en «el vestido de fiesta ibicenco, que era blanco y llevaba varias capas con una empedrada que con tantas líneas como el estatus de quien lo llevaba», indica.

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Empoderamiento

De esta manera, se trata de «un vestido en el que la mujer queda muy empoderada y es cercano, con orígenes mediterráneos y crea un vínculo con el público». Esa unión entre público y obra es vital porque «un elemento en torno al cual se organiza son las constelaciones familiares y los arquetipos que representan los personajes». Una suerte de normas y tradiciones que se encarnan en los tejidos: «Matando al marido, también se mata simbólicamente la idea de ser esposa y necesitar a un hombre», lo que explica el peso de su traje aparentemente liviano que va acompañado de «semillas de lavanda en la base» recogiendo una idea festiva.

Pero no solo la liberación femenina está presente, sino también los «roles dados en hombres» representados en «el traje militar de Agamenón», los «opresivos arneses de Aquiles» o «las faldas que todos los varones llevan de alguna manera y cuestionan ideas de género, porque los hombres en la antigüedad llevaban falda y ejercían su poder».

Como Gómez indica, «la liberación de la mujer pasa por la del hombre en el ámbito familiar». El concepto de familia es crucial y por ello el «trabajo orgánico» que se ha llevado a cabo con «cambios de vestuario en escena integrando al público en la obra».

La cercanía, además, se hace presente también con vestidos inspirados en Mallorca, como los de Orestes y Elektra que son «vestidos de cristianos mallorquines tomados de Pollença», que permite una identificación mayor con el público.

Colchones

La montaña de colchones es idea suya, desarrollada por Rafel Lladó, «sacada de una instalación mía» basada en que son «un depósito de memoria familiar». «Nacemos, procreamos, sentimos placer y a menudo morimos en un colchón». El resultado es «un espacio muy frágil pero equilibrado sujeto por las vigas de una casa, con la idea de hogar», dice.