El músico y antropólogo Txema González, en un bar próximo al Mercat de Pere Garau. | Teresa Ayuga

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«Grabaciones de campo, composiciones hechas con paisajes sonoros; no es música, no hay instrumentos, es una aproximación al paisaje sonoro de Mallorca». Así define el músico y antropólogo Txema González su nuevo trabajo discográfico, que lleva por título Insularum. Cartografía sonora de Mallorca. Lo edita la discográfica independiente SonoSpace y se puede escuchar de manera gratuita tanto en la web oficial del sello como también en BandCamp. Se publica este sábado, coincidiendo con la celebración del Word Listening Day (Día Mundial de la Escucha).

Este trabajo de investigación arrancó hace más de seis años, y también durante los meses de confinamiento, un tiempo en el que Txema González registró infinidad de atmósferas sonoras en diferentes rincones de la Isla, desde espacios naturales, mercados, tradiciones o en Palma.

Investigación

En realidad, el interés y la curiosidad de Txema González por este trabajo de antropología musical y de investigación se iniciaron en el año 2011. «Hace muchísimo tiempo que empecé a hacer grabaciones de este tipo, fue algo casual, en aquel momento todavía no se hablaba mucho de paisajes sonoros, grabaciones de campo, etc, y empecé en Estambul, en Turquía, grabando a músicos de calle, de sus instrumentos...». Así, todo aquel «ruido» le pareció tan sugerente que continuó con esta tarea, no solo en Mallorca, también en otros lugares del mundo como Estados Unidos, Japón o Irán, por citar tan solo algunos.

Aquí, en la Isla, el ganador del Premi Ciutat de Palma hace algunos años con el disco de Cap de Turc Llum de Llull pudo dar rienda suelta a esta nueva obsesión. Así, registró los ambientes sonoros de espacios como el Mercat de Pere Garau, en Palma; las playas; fiestas populares «como los cossiers de Algaida»; «hay bastantes grabaciones en templos talayóticos», como en Ses Païsses de Artà; así como en reservas naturales como por ejemplo s’Albufera de Alcúdia. «La idea era hacer una especie de recorrido sonoro por la Isla, sería mi aproximación a lo que para mi es el patrimonio sonoro de Mallorca», prosigue el músico.

Turismo

Otro apunte que González quiere destacar y del cual se percató durante el trabajo de campo es cómo el turismo ha influido en el folklore y la música popular de la Isla. «La primera vez que los cossiers de Algaida bailaron fue en el restaurante Ca’l Dimoni, la primera vez que los Xeremiers recuperaron sus instrumentos fue en la Granja de Esporles, ambas actuaciones dirigidas al turista, por poner tan solo dos ejemplos».

En realidad, lo que hace González en Insularum. Cartografía sonora de Mallorca es «grabar la realidad, ir con la grabadora e ir registrando la realidad para conformar una especie de narración»; pero, sobre todo, «quería salir del estudio y no estar encerrado en cuatro paredes buscando el silencio, sino todo lo contrario, salir al exterior y esperar a que algo ocurra», porque «escuchar es el acto más revolucionario en estos tiempos que corren», apunta el músico.