El actor Félix Gómez, en el set de rodaje de ‘La caza’. | Pere Bota

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Animado, feliz y con muchas ganas de trabajar. Así pasa los últimos dís del rodaje de La caza: Tramuntana (DLO Producciones) Félix Gómez, una de las caras nuevas de la segunda temporada de esta exitosa serie que tiene lugar en un pueblo ficticio de la Serra. Allí, entre rodaje y rodaje, Gómez, a quien sus compañeros describen como un «cachondo», cambia sus gafas de sol y su aspecto de sport por el uniforme del sargento Selva, de la Guardia Civil, compañero de los protagonistas Megan Montaner y Alain Hernández.

¿Qué tal es lo de ser el ‘nuevo’ en el equipo?

—Ha sido guay porque aunque soy el nuevo me han recibido con las puertas abiertas desde el primer momento. Si un equipo funciona y juega bien, cuando entra un nuevo miembro es como ponerse a jugar entre todos y listo, como cuando eres pequeño y te apuntas a jugar a un partido de fútbol ya empezado.

¿Qué relación tiene su personaje con el resto del elenco?

—La serie arranca con mi personaje, el sargento Selva, llegando a Tramuntana y solicitando toda la información del caso de Montaner porque hay algo extraño y tiene que investigar qué ha pasado. Luego, poco a poco me voy dando cuenta del encaje de muñecas rusas que es la trama y de que la forma en que ella (su compañera) ha actuado tiene más sentido del que parecía.

¿Ha sido duro tener que retomar un rodaje partido por la mitad?

—Ha sido extraño. La decisión se tomó en mitad del rodaje y sabíamos que había que volver. La sensación era rara porque querías concentrate en el trabajo pero tu cabeza iba a mil por hora por todo lo que estaba pasando.

Y una vez manos a la obra ¿cómo está yendo todo?

—Bien, tanto para nosotros como para el sector audiovisual. Que empiece un rodaje y se sigan las normas de seguridad demuestra que se puede volver. La famosa nueva normalidad es aprender a convivir hasta que tengamos una cura o una vacuna, pero hasta entonces, aunque hay un margen de riesgos, se puede hacer.

¿Qué tal es grabar con ropa de invierno en pleno verano?

—Afecta muchísimo, de hecho ha habido un par de momentos en los que a las chicas de vestuario que te ayudan a quitarte la ropa les he dicho: ‘no me toquéis’ porque parecía que habia salido de mis sesiones de crossfit (risas).

¿Tenían ganas de volver a ponerse frente a las cámaras?

—Muchísimas. De hecho, teníamos tantas que cualquier problemilla lo resolvemos y echamos las horas que haga falta.