La música en directo es uno de los sectores más azotados por la crisis del coronavirus, que todavía continúa. | Jaume Morey

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La Fiesta Europea de la Música ondea a media asta, deslucida por una crisis sin precedentes que ha puesto al mundo en jaque. Desde 1985, cada 21 de junio ésta viene siendo una jornada marcada por la música en directo, servida a granel en las calles de las ciudades, propiciando intercambios culturales que enriquecen nuestra visión del mundo.

Este año, sin embargo, las propuestas se han visto limitadas en aras de la realidad. Ultima Hora ha hablado con seis profesionales, tres de ellos relacionados con la promoción de espectáculos, y otros tantos vinculados a su proceso creativo, para conocer de primera mano cómo ven el presente y qué le depara el futuro a un sector que, ahora mismo, se encuentra en estado crítico.

Sin la posibilidad certera de una vacuna, a día de hoy es una quimera pensar en la planificación de espectáculos masivos. Así de sencillo. Así de dramático. Sin embargo, la música es una necesidad. Para algunos constituye su medio de vida, y para la mayoría es un regalo que nos brinda la vida, al que no estamos dispuestos a renunciar.

Normalidad

Aseguran los expertos que el regreso a la normalidad será lento y por etapas, sin embargo, el plan que conduce a la normalización es muy revirado y tiene mucha letra pequeña. Hoy, más que nunca, ha llegado el momento de la creatividad. Así lo ve Ana Espina, de la promotora Fonart, «habrá que ser creativos para lograr un nuevo impulso, pero el gobierno también debería tomar medidas para no dejar morir al sector». En su opinión, ha llegado el momento de concederles una vieja petición, «la reducción del IVA de las entradas», así como «una flexibilización en las normativas aplicadas a espectáculos, y que el acceso a contratos y subvenciones no pase por rellenar mil folios y esperar meses para su resolución». Una circunstancia que, en sí misma, resulta desalentadora para el promotor, «existen varias líneas de ayuda pública, pero en muchos casos la forma misma de la convocatoria supone una traba, un total desincentivo a la hora de solicitarlas», denuncia.

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Joan Andreu Juan, de la agencia Pecan Pie, comparte su punto de vista: «Las ayudas son de agradecer, pero como siempre con las administraciones el gran problema no son las medidas sino su ejecución, creo que deberían hacer las cosas más ágiles», apunta este gourmet del folk internacional.

Para la cantautora manacorí Joana Gomila, la música en directo ya era un sector precarizado antes de la COVID: «La mayoría de músicos no somos considerados trabajadores, y a raíz de esta crisis muchos no han podido acceder a ningún tipo de ayuda porque, incluso tocando en grandes festivales, no se les daba de alta y, por tanto, no podían justificar su vida laboral. Para el estado somos invisibles», subraya. En opinión de la artista, que recientemente ha publicado el LP Paradís, «tendremos que reinventarnos desde la dignidad creativa». Agustí Serra, de la Blues Beer Band, comparte su punto de vista: «El sector musical ya estaba tocado antes de la crisis sanitaria, y la verdad es que a corto plazo no lo veo muy claro». Para el bluesman, la música en directo precisa «del calor y la proximidad del público, y eso ahora mismo no es posible».

Contrario

En ese sentido se expresa Miquel Gibert, miembro de La Granja: «En un concierto de rock, sobre todo si es bueno, sucede exactamente lo contrario de lo que recomiendan las autoridades sanitarias. La asepsia no casa bien con el rock», puntualiza. Al autor de himnos como Los chicos quieren diversión y La mala traición, le preocupa que «cuando todo esto haya pasado la gente siga con miedo y evite ir a los conciertos. El coronavirus no debería convertirnos en unos psicóticos de la higiene. El sudor, el alcohol, el estar uno al lado del otro, cantar a grito pelado, saltar y bailar, es tan importante como el propio grupo. Sin ello un concierto se transforma en otra cosa que a mi particularmente no me interesa», zanja.

Incertidumbre

Con la actividad musical en stand by, la incertidumbre sobre hacia dónde se dirige el sector preocupa a promotores como Sebastià Rosselló, de Ground Control. «Esta crisis está siendo catastrófica, el proceso de recuperación va a ser muy lento», sostiene. Para el que fuera uno de los impulsores del añorado Solar Fest Mallorca, facilitaría que en el camino hacia la normalidad «los melómanos apoyen las propuestas de música en directo que algunos promotores valientes están poniendo en marcha pese a las restricciones». Y, dentro de un marco institucional, apela a medidas como «la reducción temporal de impuestos, la posibilidad de mantener la condición de causa de fuerza mayor y la vigencia de los ERTE para las empresas del sector hasta volver a la normalidad».