El periodista y escritor Arturo San Agustín retrata la Mallorca de los años setenta.

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El Terreno, frecuentado por ilustres artistas e intelectuales extranjeros, es uno de los barrios más literarios de Palma, a tenor de algunos nombres que lo han habitado, como Rubén Darío, Camilo José Cela, Gertrude Stein, Alice B Toklas, Anthony y Elaine Kerrigan, entre otros. El escritor y periodista Arturo San Agustín (Barcelona, 1949) publica Mis días terrenales (Comanegra) sobre los dos años (1969 y 1970) que pasó en el Carrer de la Salut. Con su particular estilo, el autor observa el mundo que le rodea, lo analiza a través de la cultura y mezcla géneros literarios, alterna técnicas de ficción y apuntes biográficos, y combina personajes auténticos e inventados.

El libro representa una crónica sentimental de una época que cambia inexorablemente y, sobretodo, el descubrimiento en Mallorca de una forma de entender la vida. «Yo hablo aquí de una isla que aún existe y de una burguesía que ya no existe. Y de una clase obrera que también ha dejado de existir. Porque ahora las zonas residenciales o urbanizaciones rubias son otra cosa. Y tampoco los barrios, sus balcones y sus adoquines son ya lo que fueron», escribe San Agustín.

Entre los personajes citados, el autor nombra al escritor Cristóbal Serra, a quien define como «experto en apocalipsis y en asnos y a quien siempre imagino en su casa, vestido con una bata de cuadros y una bufanda granate de mucho frío. Y con una barba y unas gafas como las que usaba el poeta Antonio Machado cuando cruzaba derrotado la frontera francesa días antes de morir de tristeza frente a la mar».

San Agustín cita al Arxiduc Lluís Salvador y «su amante Catalina Homar», al novelista Llorenç Villalonga, la intervención de Miquel Barceló en la Seu, el almirante Antoni Barceló, los poetas Joan Alcover y Miquel Costa i Llobera, el empresario y propietario del Auditòrium Marc Ferragut, el militar fascista conocido como Conde Rossi, el artista Antoni Tàpies, el escritor Blai Bonet, la cantante poblera madò Antònia Buades, el músico Jimi Hendrix, el panadero Miquel del Forn, el periodista Bartomeu Melis, el rockero Llorenç Santamaria y el beato Ramon Llull, entre otros.

San Agustín describe las técnicas de los ‘picadores’ con las extranjeras, y el apogeo y decadencia de la plaza Gomila. Se fija en los cipreses, las higueras y los almendros, «el árbol de los ahorcados», y en las mujeres: «cuando una mujer mallorquina te susurra al oído la palabra almendra, estás perdido. O atrapado para siempre». En el recuerdo de la casa donde vivió en El Terreno, destacan conversaciones sobre teatro, literatura y cultura, en general.

El fotógrafo Torrelló firma la portada del libro, con una instantánea tomada en el aeropuerto de Palma. San Agustín afirma que «cuando llegué a Mallorca, la isla ya no era aquello que algunos llamaron el Paraíso, pero no lo lamento. Los paraísos siempre acaban aburriendo o empachando». El cronista asegura que «el único y verdadero Mediterráneo está en las Islas Baleares. Huertos, pues, de naranjos y limoneros. Y varias palmeras. Ecos moros», y concluye que «nuestra generación, la de aquellos que convivimos en la Casa del Terreno, fue la primera que quiso ser artista o intelectual, aunque no se tuvieran cualidades para ser ni lo uno ni lo otro, y esos dos caminos conducen siempre al fracaso, al resentimiento o al suicidio».

Portada del libro.