Voluntarios trabajando en Es Turassot, el pasado mes de junio. | E.B/C.V.

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El sector de la arqueología es uno de los mayores afectados por la crisis de la COVID-19. Las excavaciones se han paralizado, también muchas líneas de ayudas y, además, la mayoría de arqueólogos de Baleares son autónomos. Cuatro profesionales que trabajan en la Mallorca –Llorenç Oliver, Sebastià Munar, Bea Palomar y Jaume Deyà– reflexionan sobre la delicada situación en la que se encuentran.

«El hecho de que la mayoría sean autónomos ya es una posición complicada, pues siempre son los más castigados y, encima, este sector siempre ha estado en crisis y ha tenido que afrontar grandes dificultades como la falta de inversión y de recursos», advierte Llorenç Oliver, presidente de la Secció d’Arqueologia del Col·legi Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofia i Lletres.

Oliver detalla que «muchos trabajan, por una parte, en las excavaciones vinculadas a proyectos de investigación, que dependen de la financiación pública, el Consell y los Ajuntaments, y, por otra parte, las excavaciones preventivas o de urgencia, que están asociadas a proyectos de obra y que afectan a centros históricos, bienes de interés cultural (BIC) o carreteras».

Inestabilidad

En el primer caso, Oliver advierte que «las subvenciones y sus bases son inestables y se ven afectadas según el equipo de gobierno». En el segundo, apunta que se han paralizado muchas obras y las construcciones. En este sentido, Oliver subraya su preocupación y temor que «con las medidas para fomentar la recuperación de la economía se flexibilicen los controles sobre el patrimonio, como parece que sucederá en otras comunidades como Andalucía o Madrid y como parece que sucederá con medidas ambientales y territoriales». Asimismo, el apartado de divulgación y difusión también quedaría tocado, ya que «es difícil que se permitan hacer grupos de visitas a los monumentos y yacimientos, sobre todo por parte de los turistas y las escuelas, aunque también suelen participar residentes».

El retraso o la falta de líneas de subvención es algo que también critica Bea Palomar, una de las coordinadoras de la ruta arqueológica Sencelles-Costitx. «La situación arqueológica de la Isla es insostenible, en estos momentos la investigación está muerta», alerta. «La política de patrimonio de los últimos dos años ha sido muy mala. El año pasado convocaron una línea para poner en valor los yacimientos, lo cual está muy bien, pero no es suficiente, tiene que haber una para potenciar la investigación. ¿Cómo podemos reivindicar el patrimonio si no podemos excavar ni investigar?», apunta.

ALCUDIA. ARQUEOLOGIA. Halladas dos tumbas intactas y su ajuar en Can Fanals de PolÔø?lÔø?ntia .

Pol·lèntia, en la última campaña de excavaciones.

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Además, Palomar tiene que hacer frente a esta situación como madre, con lo que no tiene con quien dejar a su hija mientras trabaja. «Tengo bastante trabajo, aunque precario. Mi hija no puede volver a la escuela y no puedo permitirme contratar a nadie. Me puedo dedicar a la arqueología gracias a mi compañero y porque no tenemos que pagar alquiler. Trabajar en este sector ya es casi un lujo. La arqueología la subsidian en gran parte los familiares, con suerte somos mileuristas», insiste.

En el caso de Sebastià Munar, fundador y presidente del Institut Balear d’Estudis en Arqueologia Marítima (IBEAM), es autónomo y ha aprovechado el confinamiento para trabajar en «unos informes que tenía pendientes, que lleva mucho trabajo, aunque éste no se ve» e insiste en que «si la arqueología ya era una profesión precaria, esta crisis del coronavirus ha sido como un golpe de gracia para el sector».

«Con el IBEAM llevamos a cabo desde 2015 un proyecto propio de excavación del pecio de Ses Llumetes en Porto Cristo. Este año no hemos podido realizar la campaña porque no sabíamos si contaríamos con las subvenciones, que se han paralizado y hemos decidido aplazarla al año que viene», detalla.

A su vez, Munar trabaja con Palomar en Es Turassot (Costitx), pendientes también de las ayudas del Consell. «Teníamos previsto justo ahora empezar la intervención, pero todo se ha retrasado. Estos meses, mayo y junio, suelen ser los de más actividad para las excavaciones científicas o programadas, pero muchas están asociadas a la universidad y vienen muchos estudiantes, por lo que creo que la gran mayoría de operaciones no se realizarán este año. Es un trabajo en equipo y dependerá de cómo evolucione la crisis sanitaria. En Es Turassot somos un equipo reducido y podemos adaptarnos mejor, pero los proyectos con una treintena de personas lo tendrán muy complicado», cuenta.

Jaume Deyà, codirector del proyecto de Almallutx o más recientemente uno de los directores del equipo que descubrió una espada de bronce en en el Talaiot de ses Abelles en Puigpunyent, combina su faceta como arqueólogo con el de docente. «Llevamos 10 años luchando para conseguir financiación pública para Almallutx, el yacimiento más importante de Baleares de la época musulmana y todo un referente. El lunes 16 de marzo, cuando apenas habían decretado el estado de alarma, teníamos una reunión con Catalina Cladera. Desde la crisis se ha puesto como excusa que no hay dinero, pero ahora parecía que había un tímido repunte y salían proyectos con diferentes ayuntamientos para la limpieza y adecuación de yacimientos y, sin embargo, todo empeorará con lo que está pasando», afirma. «La arqueología es una de esas cosas que a la gente le gusta ver en prensa, pero es un gran olvidado a nivel económico, hay mucho trabajo que no se ve y horas que no se contabilizan. Por ejemplo, para poder enseñar la espada tuvimos que excavar una decena de talaiots», añade. Además, Deyà critica que «hay muchos problemas para pedir ayudas si no tienes una institución detrás, como arqueólogo profesional no puedes pedirlas. En el caso de Almallutx, por ejemplo, no tenemos a nadie, somos nosotros que lo tiramos adelante. Nunca hemos recibido ninguna ayuda pública y no podemos pedir subvención porque solamente podemos intervenir en octubre y noviembre, cuando el volumen del Gorg Blau está bajo».

Por su parte, Kika Coll, directora insular de Patrimoni del Consell, afirma que «para este año teníamos previsto dos líneas de ayudas para la arqueología. En primer lugar, una para el mantenimiento, adecuación y difusión de yacimientos, que ya salió el año pasado, dotada con 270.000 euros, para ayuntamientos, particulares y universidades, y que está lista para publicar en el BOIB. La segunda, que se estaba perfilando y que se publicará también en breve, es para proyectos de investigación, de carácter plurianual de 300.000 euros y con la posibilidad de que los proyectos puedan contar con un máximo de 90.000 euros (30.000 al año). Queremos reconducir el discurso del mundo de la arqueología en Mallorca y ver cómo ha evolucionado este campo en nuestra Isla. En este caso cubrimos un vacío que había», añade.

Esta semana se publicó otra línea, con una cuantía de 500.000 euros, para pymes y autónomos que hayan estado dados de alta los dos primeros meses del año en el censo de actividades económicas en los ámbitos patrimonial, cultural o lingüístico. Esta línea, compatible con las anteriores, está dedicada a sufragar gastos corrientes de agua, luz, teléfono o alquiler, entre otros.