El narrador, poeta y traductor Jaume C. Pons Alorda, en una imagen reciente tomada en Barcelona. | Carles Domvönec

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Poeta y narrador, Jaume C. Pons Alorda (Caimari, 1984), en los últimos años, está incluyendo en su trayectoria literaria la traducción de la obra de grandes poetas en lengua inglesa. Acaba de publicar El Preludi (Edicions de 1984) de William Wordsworth (Cockermout, 1770- Westmorland, 1850), un encargo que recibió el día que le entregaban el Premi de la Crítica Serra d’Or 2015 por la traducción de Fulles d’herba (Edicions del 1984) del norteamericano Walt Whitman, del que ya se han publicado ocho ediciones y 3.500 ejemplares. Pons Alorda también firma el prólogo de El preludi.

¿Cómo influye, en su obra personal, la traducción de escritores como Walt Whitman (Fulles d’herba), William Wordsworth (El Preludi) y, en el futuro Coleridge o Lord Byron?

—Es como preguntarse si primero fue el huevo o la gallina. Tengo la sensación de que mi carácter, mi naturaleza y mis pasiones me llevan hacia estos autores potentísimos, que me confirman a todos niveles, pero yo también los confirmo a ellos en catalán, a través de mis traducciones. Vivimos una fructífera relación híbrida y totalizadora: nos queremos, nos ayudamos y nos retroalimentamos mutuamente.

¿Cuáles han sido las dificultades más importantes al enfrentarse a la obra de Wordsworth?

—Primero la extensión: traducir casi 8.000 versos es un trabajazo y un gran reto. Después, reproducir en catalán el estilo tan profundo y, a veces, complejo con tantas ideas filosóficas de altos vuelos. A continuación, ser cuidadoso con las frases llenas de subordinadas dentro de subordinadas dentro de más subordinadas, porque Wordsworth crea un laberinto verbal extraordinario. Finalmente, ser fiel a todo esto respetando lo que dijo y creando, a la vez, una obra que rítmicamente y poéticamente funcione, con la misma contundencia en catalán.

Se cumplen 250 años del nacimiento del autor. ¿Cómo lo tendríamos que celebrar y qué puente se puede establecer con nuestra literatura?

—El encaje de Wordsworth y del resto de románticos en la literatura catalana es curiosamente complicado porque no se han hecho las traducciones y los estudios que se tendrían que haber hecho. Por eso, mi tarea es necesaria e importante, y continuaré trabajando con el compromiso de crear estas estructuras de Estado imprescindibles. Yo querría que las generaciones más jóvenes de poetas leyeran estos clásicos y se los hicieran suyos, que es el que se tiene que hacer con los clásicos. Las palabras de Wordsworth son modernísimas y hablan de nuestro día a día: en el siglo XXI somos de la manera que somos gracias a la revolución de los poetas románticos y a la exaltación del yo. Somos herencia absoluta del Romanticismo literario. El auge de la literatura del yo responde a los ideales románticos de la supremacía del ego ante el resto de elementos. El preludi es el primer cimiento literario de lo que hoy conocemos como poesía de la experiencia.

La poesía de Wordsworth no es complicada de leer. ¿Cómo define ‘El Preludi’, una obra escrita durante 50 años?

—En efecto, El preludi de William Wordsworth fluye muy bien, se lee de fábula, engancha y enamora. Wordsworth quiso crear una poesía completa en el fondo, llena de ideas cautivadoras sobre la poesía, la naturaleza y el ser humano, pero que deslizara en la forma, que sedujera y que sirviera para entender cómo la mente poética se desarrolla en un mundo sublevado.

Ha tardado cuatro años en traducir El Preludi, tiempo en el que ha escrito tu primera novela, Ciutat de Mal, Premi Pin i Soler. ¿Cómo ha convivido con esta combinación?

—En este tiempo, he escrito libros de poesía, como Era, y novelas como Ciutat de Mal. La clave es administrar bien el tiempo y trabajar cada día. Yo cada día he traducido algo, ya fuera un verso, fragmento o página. Así rinde mucho más. Luego lo combino con escritura propia. Todo se retroalimenta con euforia.

Antes de encarar la traducción de un autor, investiga la vida y la obra del escritor en cuestión.

—Es clave dedicar un tiempo a analizar e investigar. Porque un libro no está nunca solo: es una telaraña lógica que se relaciona dentro de una cosmogonía vital. Así tienes más información y puedes traducir mucho mejor porque tienes un contexto, pero también un bagaje que te ayuda a interpretar y trabajar mejor.

¿Cómo influirá a los creadores, en concreto a los escritores, esta crisis sanitaria?

—Esta crisis sanitaria significará una desestabilización total de nuestro sistema literario, un sistema en el que ahora mismo la mayoría de personas que escribimos ya vivimos en crisis permanente. Pero sé que todo esto nos hará más fuertes. Hölderlin dijo que lo que perdura, lo fundan los poetas. Wordsworth dijo lo mismo en El preludi.