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En una entrevista concedida al periódico La Vanguardia, el artista Miquel Barceló habla sobre cómo le está afectando personal y artísticamente el confinamineto que lleva a cabo en su casa de Farrutx, en Mallorca, tras haber pasado la mayor parte de febrero en Tailandia, «donde trabajaba acabando mi versión de La metamorfosis y empezando La Iliada», y explica que allí «todo el mundo llevaba mascarillas, aquí, cuando llegué, no la llevaba nadie».

Barceló indica que para él no hay grandes cambios, puesto que «el confinamiento ha puesto nombre a algo que siempre hacemos los artistas: estar sin salir y trabajando», aunque confiesa que «hacia tiempo que no me quedaba tanto tiempo en un solo sitio». Para él, «es curiosa la cacofonía insensata» de reacciones al virus cuando este «es más poderoso, antiguo, democrático y paciente que nosotros».

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Amarillo y azul

Pictóricamente recoge «la nueva estética que ha aparecido con los colores de los sanitarios: amarillos y azules», también presentes en la campaña de apoyo al personal hospitalario, que ha arrancado en el Hospital Clínic barcelonés en la que participa.

A pesar de la situación, se muestra optimista con el mercado del arte «que no creo que desaparezca ni se desplome», aunque adviene que «tras la crisis nos veremos obligados a volver a empezar el juego».