La cantante Júlia Colom, en una imagen tomada esta semana en Valldemossa, donde está confinada.

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Júlia Colom (Valldemossa, 1997) asegura que «estoy haciendo muchas cosas al mismo tiempo». Está a punto de terminar la carrera en el Taller de Músics de Barcelona y también de entrar en el mundo laboral. De momento, la cantante que ya ha llevado su música por Nueva York, Portugal, India o Francia vive la pandemia encerrada en su casa de Valldemossa.

¿Cómo la encontró esta crisis sanitaria?

—Me pilló por sorpresa. Vine de Barcelona justo antes de que decretaran el estado de alarma y poco después me anularon las clases. Después de Pascua entrego el trabajo de final de carrera. Lo empecé el verano pasado, cuando iba a las casas de gente mayor de Mallorca que canta. Por ejemplo, Biel Collut, Sebastiana de Son Roca, Maria Vidal o Margalida ‘Colomet’. Quedé con ellos para aprender canciones. Hay muchas que la gente conoce pero que no están grabadas, lo que significa que cuando estas personas mueran, se irán con ellos. No tengo medios para llevar a cabo un estudio a fondo y hacer una biblioteca de canciones de aquí, pero me encantaría poder hacerlo.

¿De dónde le viene esa pasión por las canciones tradicionales?

—De mi abuelo. Me sabía todas sus canciones, quería ir más allá. Con estos encuentros descubrí canciones que, por ejemplo, solamente cantan en Maria de la Salut en una fiesta concreta. Puede que tal vez solo la conozca una familia.

Con el confinamiento, es difícil seguir con el proyecto...

—Aprovecho para repasar los audios que realicé en su momento. En verano espero poder montarlo todo. No es solo un trabajo de final de carrera, quiero que tenga una continuidad. Tengo mucha suerte de poder aprender a través de la transmisión oral. A mí me parece algo natural, pero hablando con gente de mi entorno me doy cuenta de que no lo es tanto. Lo que aprendemos en el mundo académico es a través de MP3, pantallas y YouTube.

Es más auténtico y humano.

—La música d’arrel se está revalorizando. Me da la sensación, cuando he cantado según en que contexto, que parezco como una postal de Mallorca. Me he sentido como producto ancestral de aquí. Pienso que si me descuido fácilmente puede haber un fuerte márketing de las tonadas. Hay un mercado y un foco de atención en esa Mallorca desaparecida.

Está de moda el volver a los orígenes.

—Creo que se puede poner sobre un expositor como algo exótico. Es complicado. Lo importante es que soy honesta con la música que hago y sé perfectamente porque la hago. Sin embargo, la persona que la recibe se puede confundir con un concepto que para nada tiene que ser de souvenir; es una realidad.

Algo parecido sucede con el feminismo.

—La gente ahora mismo tiene mucha hambre de sentirse conectado con algo real, que no sea plástico ni pantalla. Necesita diferenciarse y escuchar algo que respire verdad, porque todo está homogenizado y globalizado… También ocurre con la gastronomía, el kilómetro cero.

Su proyecto es también kilómetro cero.

—En verano me han invitado a participar en Nits de la Tramuntana. En la última edición cantó Silvia Pérez Cruz. Me gustaría aprovechar la ocasión para invitar al escenario a músicos mallorquines, que sea como un punto de encuentro. Seguramente en un concierto subirán 30 artistas al escenario. Queremos que sean arreglos hechos por Toni Vaquer, interpretados por músicos de aquí y de canciones de aquí.

¿Y en solitario?

—Estoy escribiendo mis canciones y las quiero ir incorporando con cuentagotas en los conciertos. Cuando considere que esté preparada las juntaré para hacer un disco, pero ahora estoy centrada en las tonadas. Mi primer disco será de canciones mallorquinas.

¿En qué estado se encuentra el documental Sempre Dijous, que le dedica Joan Porcel?

—Lo empezamos a grabar el verano pasado, que vendría a ser la primera parte del documental, el verano en Mallorca. La segunda parte se grabó en Barcelona durante todo el pasado mes de febrero. Se estrenará este verano, aunque no sabemos exactamente cuándo y dónde.

Es de las pocas artistas que no ha ofrecido un concierto en streaming.

—Respeto a quienes lo hacen pero prefiero concentrarme en mis conciertos en directo que es donde hay más verdad. Para un músico los conciertos son el único canal viable para sobrevivir y el coronavirus ha cerrado ese grifo. Plataformas millonarias como Spotify por cada mil reproducciones te da, brutos, 3 euros. Este virus nos ha recolocado a todos al mismo nivel.